Hoy escuchamos un fragmento del discurso eucarístico de
Jesucristo sobre el Pan de Vida. Los judíos se escandalizan oyendo que han de
comer la Carne y beber la Sangre de Jesús: canibalismo, tabú de beber sangre,
signo y portadora de vida… Pero Jesús insiste, pues se trata de su tesis
magistral.
La Eucaristía es la gran invención del Hijo de Dios para
quedarse entre nosotros y alimentar nuestra vida. Pero hay una diferencia
remarcable entre el alimento espiritual y el material. Éste se transforma en
quien come. La Eucaristía en cambio, siendo manjar divino, obra al revés: es
Cristo quien nos transforma y asimila a Él.
—Jesús, te doy gracias por la Eucaristía, por hacerte mi
alimento: así no desfallezco en mi camino. Dame hambre y sed de ti, para comer
con “apetito”. Dame un corazón limpio, para que tu Cuerpo y tu Sangre me
“aprovechen”. Tú eres el único que puede saciarme.
Comentario: Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM
(Barcelona, España).
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