Hoy, Cristo —inmortal y glorioso— vuelve a recordarnos que
el Padre es el auténtico protagonista de todo. Los que le escuchan y creen
viven en comunión con el que viene de Dios, con el único que le ha visto y,
así, la fe es comienzo de la vida eterna.
La comunión con la carne de Cristo resucitado nos ha de
acostumbrar a pedir, recibir y asumir nuestra verdadera condición: estamos
hechos para Dios y sólo Él sacia plenamente nuestro espíritu. Pero este pan
vivo no sólo nos hará vivir un día más allá de la muerte física, sino que nos
es dado ahora por la vida en este mundo, que todavía es precioso porque hay un
Sacrificio del cual se benefician hasta los que lo ignoran.
—Jesús, el designio del Padre —que no nos ha creado para
morir— está ligado a la fe y al amor. Deseo dar una respuesta actual, libre y
personal a su iniciativa. ¡Ayúdame!
Comentario: Rev. D. Pere MONTAGUT i Piquet (Barcelona,
España).
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