Hoy Jesús formula una pregunta clave: "¿Qué puede dar
el hombre a cambio de su vida?". Respuesta: nada que no sea dar la misma
vida a Dios. Esto supone que nadie existe por casualidad: el hombre no es un
ser "arrojado" al mundo por azar, sino que fuimos creados porque Dios
ya nos conocía y nos amaba.
A la vida de cada hombre le precede un conocimiento, una
idea y un amor, que constituyen el fundamento de nuestra existencia. La
creación se ha hecho para abrir un espacio en el que poder responder al amor de
Dios. El cosmos no fue creado para que hubiera multitud de astros y tantas
otras cosas más, sino para que hubiera un lugar para la "alianza",
para el "sí" del amor entre Dios y el hombre que le responde.
—Señor, mi libertad y tu Cruz están en mi respuesta: sin
libertad mi respuesta no sería de amor; sin la Cruz no sería respuesta adecuada
para seguirte.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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