Día litúrgico: 24 de Agosto: San Bartolomé,
apóstol
Texto del Evangelio (Jn 1,45-51): En aquel tiempo,
Felipe se encontró con Natanael y le dijo: «Ése del que escribió Moisés en la
Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús el hijo de José, el de
Nazaret». Le respondió Natanael: «¿De Nazaret puede haber cosa buena?». Le dice
Felipe: «Ven y lo verás». Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí
tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño». Le dice Natanael:
«¿De qué me conoces?». Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara,
cuando estabas debajo de la higuera, te vi». Le respondió Natanael: «Rabbí, tú
eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Jesús le contestó: «¿Por
haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores».
Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los
ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».
Comentario: Mons. Christoph BOCKAMP Vicario
Regional del Opus Dei en Alemania (Bonn, Alemania).
«Ven y lo verás»
Hoy celebramos la fiesta del apóstol san Bartolomé. El evangelista san Juan relata su primer encuentro
con el Señor con tanta viveza que nos resulta fácil meternos en la escena. Son
diálogos de corazones jóvenes, directos, francos... ¡divinos!
Jesús encuentra a Felipe casualmente y le dice «sígueme»
(Jn 1,43). Poco después, Felipe, entusiasmado por el encuentro con Jesucristo,
busca a su amigo Natanael para
comunicarle que —por fin— han encontrado a quien Moisés y los profetas
esperaban: «Jesús el hijo de José, el de Nazaret» (Jn 1,45). La contestación
que recibe no es entusiasta, sino escéptica: «¿De Nazaret puede haber cosa
buena?» (Jn 1,46). En casi todo el mundo ocurre algo parecido. Es corriente que
en cada ciudad, en cada pueblo se piense que de la ciudad, del pueblo vecino no
puede salir nada que valga la pena... allí son casi todos ineptos... Y
viceversa.
Pero Felipe no
se desanima. Y, como son amigos, no da más explicaciones, sino dice: «Ven y lo
verás» (Jn 1,46). Va, y su primer encuentro con Jesús es el momento de su
vocación. Lo que aparentemente es una casualidad, en los planes de Dios estaba
largamente preparado. Para Jesús, Natanael
no es un desconocido: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de
la higuera, te vi» (Jn 1,48). ¿De qué higuera? Quizá era un lugar preferido de
Natanael a donde solía dirigirse cuando quería descansar, pensar, estar sólo...
Aunque siempre bajo la amorosa mirada de Dios. Como todos los hombres, en todo
momento. Pero para darse cuenta de este amor infinito de Dios a cada uno, para
ser consciente de que está a mi puerta y llama necesito una voz externa, un
amigo, un “Felipe” que me diga: «Ven y verás». Alguien que me lleve al camino
que san Josemaría describe así:
buscar a Cristo; encontrar a Cristo; amar a Cristo.
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