Monte Tabor |
Hoy vemos al Señor tomando consigo a los tres predilectos,
y llevárselos a un monte alto. Volveremos a encontrarlos juntos en otro monte
—el de los Olivos— en la extrema angustia del Señor, como imagen que contrasta
con la transfiguración, aunque ambas están inseparablemente relacionadas entre
sí: la divinidad de Jesús va unida a la cruz; sólo en esa interrelación reconocemos
a Jesucristo correctamente.
La escena, además de los diversos "montes" de la
vida de Cristo (Calvario, Ascensión…), nos recuerda a los montes de la
revelación del Antiguo Testamento (Sinaí, Horeb, Moria): son al mismo tiempo
montes de "pasión" y de "revelación". Moisés y Elías
recibieron en el monte la revelación de Dios: ahora están en coloquio con Aquel
que es la Revelación (y la Ley) en persona. Ambos fueron, con sus sufrimientos,
figuras de la pasión: ahora hablan de la inminente Pasión del Transfigurado.
—Jesús, mientras bajamos del monte, nos hablas de tu
"resurrección de entre los muertos": nuestra esperanza pasará por el
monte Calvario.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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