Hoy Jesucristo muestra el genuino "poder de
Dios". Pocas horas antes, había alimentado a una muchedumbre con la
milagrosa multiplicación de los panes, y pretendieron hacerle rey. Jesús,
escondiéndose, rechazó esta interpretación de su realeza. Pero ahora quiere
manifestar a los Apóstoles quién es Él: caminando sobre las aguas, les
tranquiliza con el majestuoso "Soy yo" (el nombre propio de Dios).
El poder de Dios es diferente al poder de los grandes del
mundo. Su modo de actuar es distinto. Dios no hace la competencia a las formas
terrenales del poder: no contrapone sus ejércitos a otros ejércitos. Al poder
estridente y pomposo de este mundo, Él contrapone el poder inerme del amor que
en la Cruz sucumbe y, sin embargo, constituye la nueva realidad divina, que se
opone a la injusticia e instaura el Reino de Dios.
—Jesús, ayúdanos a entender que el poder de Dios es
diferente, que el Mesías tiene que entrar en la gloria y llegar a la gloria a
través del sufrimiento.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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