Caín y Abel: Cuadro de Dennis Van Alsloot |
La resurrección de Cristo, el eje central de nuestra fe,
es un llamado a la vida y es la afirmación de que este don de Dios, sumamente
apreciable por El, no puede decidirlo el hombre. En el libro del Génesis el
relato impresionante de la muerte de Abel a manos de su hermano Caín, arranca a
Dios una pregunta al hombre: ¿Dónde está tu hermano?
La alta dosis violencia que sacude nuestra sociedad en
dolorosas escenas de muerte por accidentes de tránsito y acciones de jóvenes
que se han convertido en sicarios de su prójimo, nos permite extender la misma
pregunta a aquel hermano que con las armas siega la vida de otro hermano y
recordarle que somos todos hijos de un mismo Padre Dios que nos ama con igual
ternura que nos quiere unidos en fraternidad.
Con una mirada respetuosa sobre el valor de la vida y de
toda vida recordemos lo que nos dice el Papa Francisco: “Entre los débiles que
la Iglesia quiere cuidar con predilección están los niños por nacer, que son
los más débiles e indefensos de todos, a los que hoy se les quiere negar su
dignidad humana quitándoles la vida y promoviendo legislaciones para que nadie
pueda impedirlo”.
Es necesario decir basta a la violencia de las calles, los
hogares y las carreteras, es urgente aceptar que la paz es el único camino para
el desarrollo y la alegría. Que Dios nos haga instrumentos de misericordia y de
paz.
P. Guillermo Inca Pereda OSJ
Secretario Adjunto de la CEP
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