10-10-2013 L’Osservatore Romano
«En el humilde signo del Pan y del Vino el Señor Jesús se
entrega a nosotros para siempre y nos da la fuerza para vencer la indiferencia:
unamos nuestros esfuerzos comenzando por la verdad profunda de esta oración
para ser decididos en la ayuda y estar preparados en la medida de lo posible
para prevenir las tragedias, para evitar que la noche caiga con demasiada
frecuencia en los inocentes y los indefensos».
Así ha querido dirigir su pensamiento el cardenal Leonardo
Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias orientales, a las
víctimas de la enésima terrible tragedia perpetrada los días pasados en
Lampedusa. El cardenal presentó su oración a los pies del altar del sepulcro
del bienaventurado apóstol Pedro, en la cripta de la basílica vaticana, durante
la misa que celebró el miércoles 9 de octubre, por la mañana, junto con los
obispos de rito alejandrino ge’ez provenientes de Etiopía y Eritrea, arzobispos
y obispos de la región de Las Marcas, quienes, encontrándose en Roma, pidieron
concelebrar la misa. Estaban también presentes el embajador de Francia ante la
Santa Sede y el de Etiopía ante el Estado italiano, los superiores y los
oficiales de la Congregación y la comunidad del Pontificio Colegio Etiópico que
acoge en el Vaticano a los sacerdotes de Etiopía y Eritrea que realizan
sus estudios en Roma.
El cardenal Sandri, en la homilía, tras haber recordado
que Dios «a los hijos dona el silencio de su Cristo recogido en la inmolación
de la cruz», ese silencio «eternamente convincente porque es la prueba absoluta
de su fidelidad», volvió con el pensamiento a uno de los numerosos llamamientos
a la oración lanzados por el Papa Francisco en sufragio por las víctimas de la
tragedia, en particular el del Ángelus del domingo pasado, cuando pidió rezar «todos
en silencio por estos hermanos y hermanas nuestros… Dejando llorar a nuestro
corazón».
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