Día litúrgico: Martes XXVII del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Lc 10,38-42): En aquel tiempo,
Jesús entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa.
Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor,
escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres.
Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en
el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te
preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de
una sola. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada».
Comentario: Rev. D. Josep RIBOT i Margarit
(Tarragona, España).
Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y
hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola
Hoy, como cada día, puedes aprender del Evangelio. Jesús,
invitado en el hogar de Betania, nos da una lección de humanidad: Él, que
quería a la gente, se deja querer, porque las dos cosas son importantes.
Rechazar las muestras de afecto, de Dios y de los demás, sería un grave error,
de consecuencias nefastas para la santidad.
¿Marta o María? Pero..., ¿por qué enfrentar a quienes tanto
se querían, y querían tanto a Dios? Jesús amaba a Marta y María, y a su hermano
Lázaro, y nos ama a cada uno de nosotros.
En el camino de la santidad no hay dos almas iguales.
Todos procuramos amar a Dios, pero con estilo y personalidad propios, sin imitar
a nadie. Nuestro modelo está en Cristo y la Virgen. ¿Te molesta la manera de
tratar a Dios de otros? Intenta aprender de su piedad personal.
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el
trabajo? Dile, pues, que me ayude» (Lc 10,40). Servir a los demás, por amor a
Dios, es un honor, no una carga. ¿Servimos con alegría, como la Virgen a su
prima santa Isabel o en las bodas de Caná, o como Jesús, en el lavatorio de los
pies en la Última Cena?
«Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas;
y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola» (Lc 10,41-42). No perdamos la
paz, ni el buen humor. Y para eso, cuidemos la presencia de Dios. «Sabedlo
bien: hay un algo santo, divino, escondido en las situaciones más comunes, que
toca a cada uno de vosotros descubrir (…); o sabemos encontrar en nuestra vida
ordinaria al Señor, o no lo encontraremos nunca» (San Josemaría).
«María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada»
(Lc 10,42). Dios nos quiere felices. Que nuestra Madre del Cielo nos ayude a
experimentar la alegría de la entrega.
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