10 de octubre, 2013 (romereports.com) El Papa Francisco explicó durante la Misa en Casa Santa Marta el significado de la frase de Jesús: “Pedid y se os dará”. Afirmó que los cristianos deben ser valientes en la oración, porque Dios ayuda a quienes piden de manera directa y con insistencia.
Francisco
“Cuando rezamos con valentía, el Señor nos da la gracia, pero también se da Él mismo en la gracia: el Espíritu Santo, es decir, ¡Él mismo! Pero el Señor nunca da o envía una gracia por correo: ¡nunca! ¡La trae Él! ¡Él es la gracia! Lo que nosotros pedimos es un poco como… es el papel que envuelve la gracia. Pero la verdadera gracia es Él, que viene a traérmela. Es Él. Nuestra oración, si es valiente, recibe lo que pedimos, pero también lo que es más importante: el Señor”.
El Papa también invitó a los cristianos a no rezar por costumbre sino con verdadera confianza en que Dios siempre está escuchando.
Extracto de la Homilía
(Fuente: Radio Vaticana)
“¿Cómo rezamos, nosotros? ¿Rezamos así, por costumbre, piadosamente pero tranquilos, o nos implicamos nosotros con valor, ante el Señor, para pedir la gracia, para pedir aquello por lo que rezamos? El valor en la oración: una oración que no sea valiente no es una verdadera oración. El valor de tener confianza en que el Señor nos escuche, el valor de llamar a la puerta… el Señor lo dice: ‘Porque el que pide recibe, el que busca encuentra, y al que llama se le abre’. Pero hace falta pedir, buscar y llamar”.
“Nosotros, ¿nos implicamos en la oración? ¿Sabemos llamar al corazón de Dios? En el Evangelio, Jesús dice: 'Si vosotros que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, cuánto más vuestro Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo piden!'. Esto es algo grande”.
“Cuando rezamos con valentía, el Señor nos da la gracia, pero también se da él mismo en la gracia: el Espíritu Santo, es decir, ¡Él mismo! Pero el Señor nunca da o envía una gracia por correo: ¡nunca! ¡La trae Él! ¡Él es la gracia! Lo que nosotros pedimos es un poco como [se ríe] es el papel que envuelve la gracia. Pero la verdadera gracia es Él, que viene a traérmela. Es Él. Nuestra oración, si es valiente, recibe lo que pedimos, pero también lo que es más importante: el Señor”.
“Nosotros pedimos una gracia, pero no nos atrevemos a decir: ‘Pero ven Tu a traérmela’. Sabemos que una gracia siempre es Él quien la trae: es Él el que viene y nos la da. No hagamos el ridículo de tomar la gracia y no reconocer a Aquel que nos la trae, a Aquel que nos la da: el Señor. Que el Señor nos de la gracia de dársenos a sí mismo, siempre, en cada gracia. Y que nosotros le reconozcamos, y que le alabemos como esos enfermos curados del Evangelio. Porque hemos encontrado, en esa gracia, al Señor”.
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