Los Obispos de los Consejos Permanentes
de las Conferencias Episcopales de Bolivia, Chile y Perú, reunidos en la ciudad
de La Paz, damos gracias a Dios por la experiencia de comunión y de fraternidad
que caracteriza nuestras relaciones mutuas y las de nuestras iglesias.
Hemos podido constatar en estos días,
la realidad de nuestros pueblos a quienes, como afirma el documento de
Aparecida 1: “la misma geografía, la fe
cristiana, la lengua y la cultura han unido definitivamente en el camino de la
historia”.
Somos una unidad geográfica y cultural
que la gente de nuestros pueblos sabe reconocer y expresar a través de tantos
signos de integración, relaciones interpersonales y muestras de religiosidad
popular que traspasan las fronteras y que son una lección que estos días hemos
constatado e intentado aprender y practicar.
La realidad de la unidad, que se
muestra en los deseos e intentos de integración regional, no siempre coronados
por el éxito, nos hace constatar también que “se trata de una unidad
desgarrada porque atravesada por profundas dominaciones y contradicciones, es
todavía incapaz de incorporar en sí “todas las sangres” y de superar la brecha
de estridentes desigualdades y marginaciones” 2
Hemos renovado en este encuentro
nuestro compromiso de fomentar la integración de nuestros tres países desde
nuestra misión pastoral propiciando, entre otras cosas, que las universidades
católicas impulsen en sus estudios e investigaciones la cultura del encuentro.
Queremos facilitar el conocimiento mutuo y el compartir de experiencias para
realizar un aporte crítico a la superación de las ideologías nacionalistas e ir
acabando con lo que todavía puede separarnos. Cuanto más nos conozcamos
mutuamente, mayores posibilidades de caminar juntos tendremos.
Muchos esfuerzos de integración en el
continente se han reducido a lo comercial y económico, por tanto es tiempo de
promover un cambio de mentalidad, pasando a una integración humana, una
verdadera cultura del encuentro entre los pueblos, para superar nuestras
diferencias, desde lo que nos une, dejando atrás lo que nos divide.
Hemos analizado también en estos días
realidades preocupantes como el aumento del narcotráfico, que destruye la
dignidad y la vida de nuestros pueblos, así como los desafíos y oportunidades
pastorales que nos plantea la realidad de la migración y la persistente
situación de marginación de los más pobres.
En particular reafirmamos el valor de
la familia y mostramos nuestra preocupación por la crisis del amor entre los
esposos, base del matrimonio y la consecuente situación de desatención y hasta
de abandono en que viven nuestros jóvenes, que está generando mucho sufrimiento
y una fuerte crisis de valores básicos que incide, además, en el descenso de
vocaciones a la vida consagrada en la región. Hemos reafirmado nuestra opción
de caminar con los jóvenes ofreciendo el Evangelio, de forma siempre renovada,
como proyecto de vida lograda y la vida sacerdotal y consagrada como caminos de
amor pleno.
Sobre todo afirmamos, al finalizar
nuestro encuentro, en el contexto de la Misión Permanente y bajo el impulso del
Santo Padre Francisco, que nos sentimos llamados, como pastores de la Iglesia,
a construir la unidad, siguiendo el deseo de Cristo: “Padre, que todos
sean uno” (Jn 17,21) e invitamos también a todos los católicos y
personas de buena voluntad de nuestros países: políticos, empresarios,
profesores, profesionales y a cada uno en particular, a ejercer nuestra
responsabilidad como instrumentos de integración, justicia y unidad entre
nuestros pueblos.
Dios los bendiga y la Virgen María, en
las diversas advocaciones en que la veneramos, nos ayude en este camino.
1 DA,525
2 DA,527
Los Obispos del los Consejos Permanentes de las
Conferencias Episcopales de Bolivia, Chile y Perú
La
Paz, 23 de Octubre de 2013
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