"¡Oh,
sí conociesen los mortales qué gran cosa es la gracia, qué hermosa, qué noble, qué preciosa, cuántas riquezas esconde en sí,
cuántos tesoros, cuántos júbilos y delicias!"
Queridos hermanos, bellas son las palabras
pronunciadas por Santa Rosa de Lima en esta breve oración. La Iglesia universal
nos propone, a través de la vida de los Santos, el testimonio vivo, el seguimiento
radical a Cristo, el amor total hacia nuestro Padre Dios, para poder
encontrar la felicidad haciendo la voluntad divina. Hoy como Iglesia, como peruanos,
celebramos con gozo y admiración la fiesta de Santa Rosa de Lima. Limeña de
corazón, y en pocas palabras, testimonio viviente de la entrega total al
Evangelio de Jesucristo. No pretendo detenerme mucho en los rasgos biográficos,
de fácil acceso hoy en día, sino más bien, procurar resaltar aquellos rasgos
característicos de su vida en cuanto tal.
Hemos de
notar la vida de piedad y virtud que, ella dedicaba desde el seno del hogar, y
que se fue fortaleciendo más al recibir los hábitos de la tercera orden de
Santo Domingo de Guzmán. Sobre todo, en el camino de la penitencia, y de la
contemplación mística. Un rasgo característico en su vida fue ver en el
hermano, el rostro de Cristo, manifestándolo con estas palabras: “Cuando servimos a
los pobres y a los enfermos, servimos a Jesús. No debemos cansarnos de ayudar a
nuestro prójimo, porque en ellos servimos a Jesús”.
Santa Rosa
de Lima, con su ejemplo y testimonio, nos abre ese deseo incesante de
acercarnos más a Cristo. Vemos en ella, lo que nuestro Santo Padre Francisco manifestaba
en una entrevista: “O todo o nada”.
Ciertamente para muchos, las exigencias radicales que esta Santa practicaba,
podrían resultar un poco exageradas, inalcanzables, ya que no todos podrían
lograrlas. Sin embargo, no es imposible, siempre que estemos acompañados de la
gracia de Dios: “Esa gracia noble, hermosa, preciosa”, como ella misma lo
manifestó. Su vida nos invita a ser cristianos entregados, sin miedos ni
vergüenzas. Nos anima a dejar de lado, aquellas cosas que nos atan a este
mundo, a salir de nosotros mismos, a vencer el egoísmo, y sobre todo nos invita
a amar.
No podemos
dejar de mencionar, las terribles tentaciones que el demonio le hacía, pero más
pudo el amor de Dios y a pesar de la terrible enfermedad que tuvo durante 15
años, ella no dejo de confiar en ese amor divino de Dios. Así lo expreso ella
misma, cuando dijo: "Señor, auméntame los
sufrimientos, pero auméntame en la misma medida tu amor".
Entonces, queridos hermanos, miremos siempre este testimonio de vida como
un ejemplo a seguir. Recordemos que estamos de camino, que nada está perdido,
que aún el Señor con una mirada de amor nos sigue invitando a seguirle.
Podríamos traer a la memoria, lo que la Exhortación Apostólica “Eclessia in América” (1999) decía al referirse a nuestra santa: “«la primera flor de santidad en el Nuevo Mundo»[34] Después de
ella, el santoral americano se ha ido incrementando hasta alcanzar su amplitud
actual. La Iglesia, al canonizarlos, ve en ellos a poderosos intercesores
unidos a Jesucristo, sumo y eterno Sacerdote, mediador entre Dios y los
hombres... acompañando con solicitud fraterna a los hombres y mujeres de su
tierra que, entre gozos y sufrimientos que, caminan hacia el encuentro
definitivo con el Señor.
Para fomentar cada vez más su imitación, y para que los fieles recurran
de una manera más frecuente y fructuosa a su intercesión, considero muy
oportuna la propuesta de los Padres sinodales de preparar «una colección de breves biografías de los Santos y Beatos americanos.
Esto puede iluminar y estimular en América la respuesta a la vocación universal
a la santidad»[37].” (Beato Juan Pablo II).
Pidamos a Dios esta gracia, acojámonos a la intercesión de nuestra Madre
Santísima la Virgen María, Madre del Buen Paso, que podamos conducirnos por el
camino del bien, siempre viendo en el rostro del hermano el rostro de nuestro
Señor Jesucristo.
Santa Rosa de Lima – Ruega por nosotros…
Jaime Luis Carrascal Quiroz
Seminarista (4º Teología)
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