18 de agosto, 2013 (romereports.com) Con temperaturas que se salen de los termómetros, estar en agosto en Roma es una proeza. No en vano, a este mes se le llama “ferragosto”, por la dureza de su calor. Precisamente, hace 35 años, los cardenales vivieron uno de los veranos más intensos en la historia reciente de la Iglesia con dos cónclaves en poco más de un mes: el que eligió a Juan Pablo I y el que eligió a Juan Pablo II.
La Casa Santa Marta no existía y los cardenales electores pasaron por auténticos apuros:
Paloma Gómez Borrero
Periodista
“A algunos les tocaba una casa o, por lo menos, una habitación con baño y a otros pues una palangana con una jarra. Y, claro, todo cerrado, estar dentro con ese calor de Roma, esa humedad...pues debió ser un auténtico suplicio”.
Las instalaciones no eran nada cómodas y surgieron cientos de historias sobre cómo vivieron aquellos días.
Paloma Gómez Borrero
Periodista
“Se cuentan anécdotas como la del cardenal Suenens, el belga, que creo que no tenía nada más que una palangana y una jarra de agua y se acercó una vez a otra de sus eminencias diciéndole: 'Eminencia, por amor de Dios, permítame ducharme, que usted tiene ducha y yo no”.
Fue Juan Pablo II quien decidió acabar con esta situación y construir la actual Casa Santa Marta. La Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, escrita por él mismo, establece que será el alojamiento para los cónclaves. El documento, además, supuso una mejora en elproceso de elección de los Papas.
Angela Ambrogetti
Vaticanista
“Fue eliminada la posibilidad de la elección por aclamación que era una especie de forma de compromiso. Todos se ponían en pie y señalaban a uno como Papa, era un compromiso. Era una forma antigua de entender el cónclave. Así lo que permanece es el sistema por escrutinio con la mayoría de dos tercios”.
Al menos aquellas penurias por las que pasaron los cardenales en 1978 sirvieron para mejorar, en la forma y en el fondo, los siguientes cónclaves.
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