12-10-2012 Radio Vaticana
(RV).- Sobre el Sínodo ha caído el terso y puro manto del
Año de la Fe, que ayer inauguraba solemnemente el Papa. “Una peregrinación en
los desiertos del mundo contemporáneo”: ésta es la sugestiva imagen elegida por
Benedicto XVI para representarlo.
Los padres sinodales, que debaten sobre la necesidad de
intensificar la fe con una nueva evangelización, constatan esta desertificación
espiritual y buscan remedios para que, precisamente “de la experiencia de este
vacío desierto -como dijo el Papa- se descubra de nuevo la alegría de creer”.
Esta mañana en el Aula del Sínodo, ante la presencia del
Santo Padre, se ha celebrado la séptima Congregación general. Al término de los
trabajos, como hemos dicho, en el atrio del Aula Pablo VI Benedicto XVI, ha
almorzado con los viejos padres conciliares de entonces y los padres sinodales.
Esta tarde la discusión general proseguirá con la esperada intervención de
Verner Arner, presidente de la Pontificia Academia de las Ciencias Premio Nobel
de Medicina 1978.
Ayer por la tarde, la reflexión de los obispos, durante la
sexta Congregación se centró en dos temas dominantes: las parroquias y los
medios de comunicación. Respecto a las primeras, los obispos las definieron
“lugares privilegiados” para la nueva evangelización y la transmisión de la fe,
porque sin un nuevo impulso misionero de las comunidades parroquiales, será
difícil -se dijo- vivir una radical nueva evangelización. En cuanto, a los
medios de comunicación, observaron algunos prelados que intervinieron ayer, el
sínodo pide a los pastores, maestros y catequistas que se esfuercen en
comprender mejor los desafíos que representa evangelizar un mundo en el que la
comunicación de masa prevalece y tiene gran poder sobre la esfera religiosa y
moral del hombre. No es suficiente que la iglesia tenga sus propios medios de
comunicación o que promueva películas religiosas. Es necesario acercar a los
fieles a la naturaleza del misterio de la fe como antídoto al espectáculo de la
realidad del secularismo contemporáneo.
La Asamblea de los obispos de todo el mundo habló también
de los enfermos y los jóvenes. De las personas que sufren, se expresó la
necesidad de incluir en el proyecto evangelizador, el cuidado de los enfermos y
el alivio del sufrimiento, mirando a la Iglesia como comunidad sanada por el
Señor y por tanto, ella misma, sanadora. Tampoco los jóvenes fueron olvidados
como destinatarios de la nueva evangelización. Al contrario, ellos ocupan un
lugar relevante, porque aunque alejados de la práctica religiosa, llevan en el
corazón la sed de Dios. Particularmente la atención y preocupación de los
prelados se centró en los hijos de parejas divorciadas y vueltas a casar, los
cuales a menudo permanecen ajenos a los sacramentos a causa de la no
participación de sus padres.
“En el mundo contemporáneo, son muchos los signos de la
sed de Dios -decía ayer Benedicto XVI -pero en el desierto se vuelve a
descubrir el valor de lo que es esencial para vivir”.
El Papa repetidamente ha insistido en la necesidad de
volver a la "letra" del Concilio, para encontrar el verdadero
espíritu y redescubrir los elementos esenciales de la vida. (ER – RV)
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