sábado, 13 de octubre de 2012

Pasajes del nuevo libro del Papa sobre Jesús (y III)


Aquel niño envuelto en pañales

María envolvió al niño en pañales. Sin sentimentalismo alguno, podemos imaginar con qué amor habrá ido María al encuentro de su hora, habrá preparado el nacimiento de su Hijo. La tradición de los iconos, con base en la teología de los Padres, ha interpretado pesebre y pañales también teológicamente. El niño bien envuelto en pañales se ve como un reenvío anticipado de la hora de su muerte: Él es desde el principio el Inmolado, como veremos aún con más detalle reflexionando sobre la palabra acerca del primogénito. Así el pesebre se representaba como una especie de altar.

Agustín interpretó el significado del pesebre con un pensamiento que, en un primer momento, se presenta casi inconveniente; pero, examinado con mayor atención, contiene en cambio una profunda verdad. El pesebre es el lugar donde los animales encuentran su alimento. Pero ahora está acostado en el pesebre Aquel que se indicó Él mismo como el verdadero pan bajado del cielo —como el verdadero alimento del que el hombre tiene necesidad para su ser persona humana. Es el alimento que da al hombre la vida verdadera, la eterna. De este modo, el pesebre se convierte en una remisión a la mesa de Dios a la que el hombre está invitado, para recibir el pan de Dios. En la pobreza del nacimiento de Jesús se delinea la gran realidad, en la que se realiza de forma misteriosa la redención de los hombres.

[De la página 38 del manuscrito]

“La infancia de Jesús”

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