Aquel niño envuelto
en pañales
María envolvió al niño en pañales. Sin sentimentalismo
alguno, podemos imaginar con qué amor habrá ido María al encuentro de su hora,
habrá preparado el nacimiento de su Hijo. La tradición de los iconos, con base
en la teología de los Padres, ha interpretado pesebre y pañales también
teológicamente. El niño bien envuelto en pañales se ve como un reenvío
anticipado de la hora de su muerte: Él es desde el principio el Inmolado, como
veremos aún con más detalle reflexionando sobre la palabra acerca del
primogénito. Así el pesebre se representaba como una especie de altar.
Agustín interpretó el significado del pesebre con un
pensamiento que, en un primer momento, se presenta casi inconveniente; pero,
examinado con mayor atención, contiene en cambio una profunda verdad. El
pesebre es el lugar donde los animales encuentran su alimento. Pero ahora está
acostado en el pesebre Aquel que se indicó Él mismo como el verdadero pan
bajado del cielo —como el verdadero alimento del que el hombre tiene necesidad
para su ser persona humana. Es el alimento que da al hombre la vida verdadera,
la eterna. De este modo, el pesebre se convierte en una remisión a la mesa de
Dios a la que el hombre está invitado, para recibir el pan de Dios. En la
pobreza del nacimiento de Jesús se delinea la gran realidad, en la que se
realiza de forma misteriosa la redención de los hombres.
[De la página 38 del manuscrito]
“La infancia de Jesús”
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