Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Este año, la
celebración de la Jornada Mundial de las Misiones tiene un significado muy
especial, ya que coincide con el 50 aniversario del Concilio Vaticano II, con
su Decreto Ad Gentes, con la apertura del Año de la Fe y con el Sínodo de los
Obispos sobre la Nueva Evangelización, que ayudan a reafirmar el deseo
constante de la Iglesia de trabajar con más valentía y celo, para que el
Evangelio llegue hasta los confines de la tierra El Concilio Ecuménico fue una
experiencia pentecostal, con la participación de Obispos de todos los rincones
de la tierra, que eran un signo luminoso universal de la Iglesia. Obispos
misioneros, junto con Pastores de comunidades dispersas entre poblaciones no
cristianas llevaron al Concilio la imagen de una Iglesia siempre presente en
todos los continentes. Había unos 600 Obispos de los territorios de misión,
impulsados por la pasión de extender el Reino de Dios. Hoy hay aproximadamente
1.100 Diócesis misioneras y esto muestra cómo ha crecido la Iglesia en los
últimos 50 años.
La Obra Misionera Pontificia de la Propagación de la Fe, a
través de su colecta por la Jornada Misionera, ha contribuido de manera
significativa a la creación de estas diócesis y a reafirmar, en el corazón de
todos, la necesidad y la urgencia de la evangelización Ad Gentes. La misión no
es un optional - Hoy en día esta visión misionera sigue siendo válida, de
hecho, se presenta con una urgencia renovada en este Año de la Fe y el Santo
Padre ha convocado un sínodo especial sobre la prioridad de la evangelización.
En su mensaje para la Jornada Misionera Mundial de este año, el Santo Padre
afirma que la preocupación de anunciar el Evangelio en todos los rincones del
mundo, en primer lugar pertenece a los Obispos. Ellos son directamente
responsables de la evangelización en el mundo, ya sea como miembros del Colegio
episcopal, que como Pastores de las Iglesias particulares. El mandato de
predicar el Evangelio no se limita a un Pastor en su atención al Pueblo de Dios
confiado a su cuidado pastoral, sino que debe involucrar a todas las
actividades de la Iglesia particular, todos sus sectores, en definitiva, todo
su ser. El mensaje de este año es muy específico y dice que la misión “no
constituye para la Iglesia algo de orden facultativo”.
La misión ad gentes debe ser el horizonte constante y el
paradigma en todas las actividades eclesiales - La preocupación de evangelizar
no debe permanecer al margen de las actividades de la Iglesia o de la vida
personal de cada bautizado. Se nos invita a ser conscientes de que somos
destinatarios y, al mismo tiempo, misioneros del Evangelio. Esto requiere de
ajustes periódicos en nuestro compromiso personales, en nuestros estilos de
vida, en los planes pastorales y en las organizaciones diocesanas, sobre todo
en nuestro mundo siempre cambiante, porque “también hoy, la misión ad gentes
debe ser el horizonte constante y el paradigma en todas las actividades
eclesiales, porque la misma identidad de la Iglesia está constituida por la fe
en el misterio de Dios, que se ha revelado en Cristo para traernos la
salvación, y por la misión de testimoniarlo y anunciarlo al mundo, hasta que Él
vuelva” (Mensaje 2012). Año de la Fe – “Necesitamos por tanto retomar el mismo
fervor apostólico de las primeras comunidades cristianas que, pequeñas e
indefensas, fueron capaces de difundir el Evangelio en todo el mundo entonces
conocido mediante su anuncio y testimonio” (Mensaje 2012). La celebración del
Año de la fe y del Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización tienen
como objetivo impulsar la cooperación y la acción misionera en los diferentes
contextos actuales. La humanidad necesita de misioneros católicos y no podemos
permitir que una crisis de fe se convierta en un obstáculo para la
evangelización.
La fe en un Dios de amor es el corazón de nuestra
actividad misionera, y esto “es un don que se nos dado para ser compartido; es
un talento recibido para que dé fruto; es una luz que no debe quedar escondida,
sino iluminar toda la casa” (Mensaje 2012). Compromiso personal y encuentro con
Cristo resucitado - El Santo Padre insiste en el encuentro personal y la
Jornada Misionera nos ofrece la oportunidad de cuestionar nuestra fe, discernir
la fuerza de la fe de nuestra comunidad con el fin de proclamar la Buena Nueva
a la humanidad, porque “el encuentro con Cristo como Persona viva, que colma la
sed del corazón, no puede dejar de llevar al deseo de compartir con otros el
gozo de esta presencia y de hacerla conocer, para que todos la puedan
experimentar” (Mensaje 2012). El Santo Padre agradece personalmente a aquellos
que generosamente ofrecen su contribución: “recuerdo y agradezco a las Obras
Misionales Pontificias, instrumento de cooperación en la misión universal de la
Iglesia en el mundo. Por medio de sus actividades, el anuncio del Evangelio se
convierte en una intervención de ayuda al prójimo, de justicia para los más
pobres, de posibilidad de instrucción en los pueblos más recónditos, de
asistencia médica en lugares remotos, de superación de la miseria, de
rehabilitación de los marginados, de apoyo al desarrollo de los pueblos, de
superación de las divisiones étnicas, de respeto por la vida en cada una de sus
etapas” (Mensaje 2012). La celebración de la Jornada Mundial de las Misiones en
este Año de la Fe es un signo más de la gracia del Señor. P. Timothy Lehane
Barrett, SVD, Secretario General de la Obra Misionera Pontificia de la
Propagación de la Fe.
(Agencia Fides 15/10/2012)
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