Lectura
del santo evangelio según san Juan 15,26-16,4a
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Cuando venga el Defensor, que os
enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él
dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el
principio estáis conmigo. Os he hablado de esto, para que no
tambaleéis. Os
excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os
dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido
ni al Padre ni a mí. Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os
acordéis de que yo os lo había dicho.»
Reflexión
del Evangelio de hoy
Hemos
entrado ya en la sexta semana de Pascua y así, progresivamente vamos tomando
conciencia de las consecuencias de la experiencia pascual. No nos encontramos
sólo ante una conmemoración anual de unos hechos ocurridos en tiempos lejanos.
Tampoco ante un hecho que, aunque importante, parece no tener relevancia
para la humanidad hoy. Ciertamente tenemos delante un reto inmenso: anunciar la
Muerte y Resurrección de Jesucristo en un medio hostil. Hostilidad e
indiferencia. Posiblemente esta sea más peligrosa que aquella.
Los
viajes de San Pablo que estamos escuchando en estos días y que responden a una
misión que se les ha encomendado: “separadme a Bernabé y a Saulo para la tarea
a que los he llamado”, nos presentan un estilo misionero. El mismo estilo de
Jesús. Ir al encuentro de la gente. Compartir con las personas y conversar con
ellas. Y será este diálogo sereno el clima propicio para comunicar la
Buena Noticia que se les ha encargado difundir. San Lucas refiere la
experiencia de Lidia, que escucha con atención. Si a los de Emaús les abre el
entendimiento para que comprendan el sentido de las Escrituras, a esta mujer de
Tiatira, el Señor le abre el corazón. El testimonio de lo ocurrido en ella
debió arrastrar a la familia. Así se desprende de lo que dice el texto de los
Hechos: “Se bautizó con toda su familia.” La existencia se torna elocuente
cuando es adentrada en una experiencia iluminadora y ciertamente el
encuentro con Jesús de quien Pablo está hablando, renueva interiormente y
convierte al que le acoge en señal para otros, que serán movidos también a
adherirse al Resucitado.
El
Espíritu de la Verdad dará testimonio de mí
Ha
comenzado Jesús a referirse al Espíritu que será enviado como consecuencia de
la Pascua. Juan lo ha señalado explícitamente, en el marco de la fiesta de las
Tiendas y con la simbología del agua: “Porque aún no había Espíritu, pues Jesús
no había sido glorificado.” (Jn. 7, 39) En el pasaje evangélico de hoy,
la misión del Espiritu está vinculada a un testimonio: El Espíritu de la Verdad
que procede del Padre, él dará testimonio de mí. Frente a las acusaciones y
falsos testimonios aducidos para condenar a Jesús y descalificar así su obra,
un Testigo superior avala la autenticidad mesiánica de Jesús y lleva a
descubrir en sus obras la actuación del Padre. Ratifica a Jesús como el Ungido
y conduce a los discípulos al reconocimiento de su condición de Señor. Juan nos
sitúa ante la unidad esencial de la Pascua: al anochecer del primer día de la
semana...recibid el Espíritu Santo. Con ello capacita y encomienda una misión
que es continuación de la suya y está vinculada al testimonio del Espíritu.
Y también
vosotros daréis testimonio
Para que
haya continuidad es preciso recibir el Don que no es otro que el mismo Espíritu
Santo. Así como ha dado testimonio el Espíritu, los discípulos lo darán
también. No es un testimonio distinto, sino el mismo, pues viniendo en socorro
de nuestra debilidad, nos lleva a recordar todo lo que Jesús dijo y llevó a
cabo, conduciendo al conocimiento de la verdad plena. Será, pues, desde esta
experiencia como se pueda testificar en línea con el testimonio del
Espíritu, que Jesús es Señor. Y esto se continúa en la en la experiencia de la
comunión fraterna. El amor entre los disciípulos permitirá el reconocimiento de
la condición discipular de sus seguidores.
Os he
hablado de todo esto para que no se tambalee vuestra fe
En este
diálogo de despedida Jesús adelanta a los discípulos las consencuencias que
tendrá su seguimiento. De igual manera que a él lo han rechazado y llevado a la
cruz, los discípulos compartirán la misma suerte. Las razones son claras: el
desconocimiento del Padre y del mismo Jesús llevan a posicionarse en contra de
cualquiera que se tome en serio la propuesta cristiana. La advertencia que
recoge este pasaje proclamado hoy tiene como objetivo consolidar el seguimiento
de los discípulos, pues el Maestro ya se lo había comunicado.
Con estas
mimas palabras somos alentados los discípulos hoy. No son tiempos fáciles y se
acumulan las dificultades. Frente al desaliento que puede amenazar a los
bautizados, Jesús nos ofrece la certeza de su presencia siempre alentadora y
suscita una convicción sólida: ya nos lo había anunciado: tendréis
dificultades, pero yo estaré con vosotros siempre.
Fr. Antonio Bueno Espinar O.P.
Convento de Santa Cruz la Real (Granada)
Convento de Santa Cruz la Real (Granada)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/27-5-2019/
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