viernes, 10 de mayo de 2019

Evangelio del día, 10-05-2019 (Tercera Semana del Tiempo Pascual)


Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 52-59
En aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí: - «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Entonces Jesús les dijo: - «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo
vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.» Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.
Reflexión del Evangelio de hoy
¿Por qué me persigues?
La Conversión de San Pablo es presentada por San Lucas como una auténtica teofanía, porque el verdadero protagonista es Jesús, el Hijo de Dios, el Resucitado, que irrumpe en la vida de Saulo y en el de la propia comunidad cristiana que teme y desconfía del hasta ahora implacable perseguidor. La fe es así: Cristo entra en nuestra vida con su gracia y nos enfrenta con la Verdad: la mía y la de Dios. La ceguera pasajera nos indica un camino de preparación, de purificación para entrar en la Luz del Evangelio y en la comunidad del Espíritu que es la Iglesia.
Tendríamos que plantearnos la pregunta que Jesús hace a Saulo… porque también nos la hace a nosotros: ¿Por qué me persigues? Él, judío, no sabía quién era Jesús, pero tenía sus prejuicios equivocados sobre Él. Nosotros, bautizados, también muchas veces pues preferimos la fe aprendida a nuestra propia experiencia de encuentro con Cristo en la oración, los sacramentos y… el hermano necesitado, molesto… al que calumnio, persigo… en quien Él se hace presente: “Yo soy Jesús, al que tú persigues”.
Este es el pan bajado del cielo
El Evangelio de hoy conserva todavía la radicalidad con que Juan nos relata el discurso de Jesús en la sinagoga de Cafarnaún. Las expresiones de “el pan que os daré es mi carne para la vida del mundo” y de “comer mi carne” o “beber mi sangre” constituyen un escándalo para los judíos que se fijan en lo que consideran una blasfemia y no van más allá de un Éxodo que ahora cobra todo su sentido. Jesús no es solo el maná que alimenta el cuerpo. Es realmente la carne y la sangre que dan la vida eterna, la definitiva liberación del mal y de la muerte.
En la eucaristía adquiere esta expresión todo su valor: comulgar a Cristo no es solo aceptar el Evangelio, sino hacerlo plenamente vida, es compartir, asimilar la propia vida del Señor con todo lo que eso supone. Por eso, tras este discurso, San Juan nos dice que muchos de sus discípulos se escandalizaron y lo abandonaron. Y es que una cosa es aceptar la Palabra, participar en los sacramentos incluso y otra asumir que, como cristiano, Jesús está viviendo en mí, amando en mí, muriendo y resucitando… Comer su carne, beber su sangre es ser Cristo ante los hombres. Probablemente, si lo aceptáramos de verdad, quizá muchos no acudirían tan despreocupadamente a comulgar o plantearíamos de otra manera las primeras comuniones.
El santo arzobispo de Florencia San Antonino, dominico, fue un ejemplo de comunión con Cristo en la atención a su feligresía, sobre todo a los más necesitados. Es un ejemplo de pastor que sabe dar su vida por sus ovejas. Es también el caso de San Juan de Ávila, maestro de sacerdotes y de San Damián de Molokai, el apóstol de los leprosos.
¿Cómo ha sido mi propio proceso de Conversión? ¿Soy capaz de “ver” a Cristo en mis hermanos?
¿Qué significa para mí comulgar el Cuerpo y la Sangre de Cristo?
¿Cómo valoro las primeras comuniones y el comulgar masivo en las eucaristías?

D. Carlos José Romero Mensaque, O.P.
Fraternidad Fray Bartolomé de las Casas (Sevilla)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/10-5-2019/

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