Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 30-35
En
aquel tiempo, dijo la gente a Jesús: - «¿Y qué signo vemos que haces tú, para
que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el
desierto, como está escrito: "Les dio a comer pan del cielo."» Jesús
les replicó: - «Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino
que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque
el pan de Dios
es el que baja del cielo y da vida al mundo.» Entonces le dijeron: - «Señor,
danos siempre de este pan.» Jesús les contestó: - «Yo soy el pan de la vida. El
que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed.»Reflexión del Evangelio de hoy
Yo soy el pan de vida
Uno
de los siete diáconos helenistas, llamado Esteban, pronuncia un discurso al
judaísmo de la diáspora y lo confunde. Eso le lleva a la muerte, y se abre una
gran persecución contra la Iglesia de Jerusalén. Se abre, pues, la ruptura
entre cristianos y judíos. El cristianismo se irá separando cada vez más de su
origen judío.
La
historia del pueblo judío se ha caracterizado siempre por la oposición a los
guías designados por Dios, así como por la idolatría de Israel en el desierto.
Rechazó a su Dios y adoró de todo corazón a los ídolos.
Esteban
pasa ahora a atacar directamente a los jefes de Israel, su renuncia a cumplir
su verdadera vocación.
El
discurso de Esteban comienza con el estilo de la retórica griega, pero se
convierte en un tejido de textos del AT, cuyo agente principal es el Dios de la gloria; él
lo verá cuando sea lapidado.
Invocará
el nombre del Señor; y Lucas subraya la semejanza entre Esteban, en el momento
de morir, y Jesús en su pasión.
La
muerte de Esteban sirve para adelantar el relato de la difusión de la Palabra
desde Jerusalén hasta los confines de la tierra.
El
Salmo recoge la confianza sólida del orante y lo expresa con imágenes
inequívocas: su vida, su espíritu, los deposita en sus manos porque es un Dios
leal que, como siempre, hace brillar su rostro sobre los que confían en Él.
Su
misericordia es lugar y asilo seguro frente a todas las conjuras humanas.
Tener fe es más bien una obra
El
día anterior la gente había presenciado un milagro; Jesús multiplica los cinco
panes de cebada y los dos peces. Con tal sobreabundancia que, después de
saciados, recogieron sobras llenando doce canastos.
Y
desconcierta un poco que hoy —al día siguiente de la multiplicación de los
panes— le digan ¿qué
signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas?
El
maná era considerado el mayor milagro de cuantos realizó Moisés. Y ellos alegan
a la Escritura: Pan del cielo les dio a comer. La cita de Juan no es traducción
exacta de ningún pasaje del Antiguo Testamento, ni de Éxodo 16, 4, ni Éxodo
16,15, ni Salmo 78, 24, ni Sabiduría 16, 20.
Jesús
les dice: No interpretéis él
como referido a Moisés, ni leáis el pasado dio;en
vez de esto, interpretad él
como referido al Padre, y leed da.
Con
la corrección de los tiempos Jesús indica que el Antiguo Testamento se cumple
en su obra. El maná que dio Moisés no es el verdadero pan del cielo, sino la
doctrina de Jesús.
El
discurso del pan de vida se refiere a la revelación de Jesús, la fe es la
respuesta esencial a esa revelación de Jesús. Jesús lleva a la multitud hacia
un conocimiento más profundo que el nivel superficial y material del alimento.
Pero
la respuesta se formula en términos de obras que se pueden realizar. Jesús, por
su parte, insiste en la fe.
Conseguir
la vida eterna no es cuestión de obras, como si la fe no importara nada; pero
tampoco es cuestión de fe sin obras.
Tener
fe es más bien una obra. Es ciertamente la más importante de todas las obras de
Dios. No es una obra que realiza el hombre únicamente, sino más bien la
sumisión a la obra de Dios realizada en Jesús. La mención de la fe hace que la
multitud adopte una postura poco amistosa y que ponga en tela de juicio las
pretensiones de Jesús.
Jesús
asegura a la multitud que sus esperanzas mesiánicas ya se han cumplido. Que el
verdadero pan del cielo es su enseñanza, pero la gente no llega a entender en
absoluto el simbolismo y se queda en una idea completamente material del pan.
Jesús,
partiendo de esta interpretación equivocada, inicia el gran discurso del pan de
vida que leeremos en días sucesivos.
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