Lectura
del santo evangelio según san Juan 6, 16-21
Al
oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al lago, embarcaron y empezaron a
atravesar hacia Cafárnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había
alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. Habían
remado unos cinco o seis kilómetros, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la
barca, caminando sobre el lago, y se asustaron.
Pero él les dijo: - «Soy yo, no
temáis.» Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el
sitio a donde iban.
Reflexión
del Evangelio de hoy
La
Palabra de Dios iba cundiendo
Ser
cristiano lleva consigo fundamentalmente dos cosas: predicar, escuchar la
Palabra de Dios y cumplir la Palabra predicada. Ya desde los primeros tiempos
del cristianismo hubo dificultades para llevar a cabo estas dos tareas.
La primera lectura nos muestra un pequeño conflicto de convivencia entre los
cristianos provenientes del judaísmo y los provenientes de los gentiles con la
consecuencia de que las viudas de estos últimos no eran debidamente atendidas.
Se reunió
“el grupo de los discípulos” y encontraron una solución, una solución
cristiana, atendiendo tanto a la predicación de la Palabra como a sus
consecuencias prácticas de atención a las viudas para lo que eligieron a siete
hombres “de buena fama, llenos de espíritu de sabiduría”.
También
los cristianos del siglo XXI debemos estar atentos para alimentar nuestra vida
“devorando” la Palabra de Dios y viviendo todo lo que nos indica para que la
ilusión y la esperanza aniden en nuestros corazones y todos los que nos rodean
vean que es Cristo, el que es la Palabra, el que mueve nuestra existencia… y se
animen a aceptar nuestra fe.
Soy yo,
no temáis
Mateo y
Marcos amplían la versión de Juan de este pasaje. Después de la multiplicación
de los panes y los peces, Jesús mandó a sus discípulos ir en la barca a la otra
orilla del lago, mientras él despedía a la gente y se retiraba al monte a orar.
Más tarde fue a su encuentro andando sobre las aguas de lago, que se había
encrespado. Los discípulos no le reconocieron y pensaron que era un fantasma
hasta que Jesús les serenó: “Soy yo, no temáis”. Y la paz volvió a sus
corazones. Jesús no les había abandonado. Seguía con ellos.
Una
lección más de Jesús para sus seguidores de cualquier época, sobre todo,
en tiempo de resurrección. Jesús resucitado está dispuesto a no abandonarnos
nunca a lo largo de nuestra existencia terrena. Nada ni nadie será capaz de
separarnos de su amor, de su presencia, de su ayuda. En momentos de zozobra y
de oscuridad, él saldrá a nuestro encuentro para decirnos: “Soy yo, no temáis”,
sigo con vosotros.
Fray Manuel Santos Sánchez
Convento de Santo Domingo (Oviedo)
Convento de Santo Domingo (Oviedo)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/4-5-2019/
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