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Encuentro ecuménico en Sofía,
Bulgaria
MAYO 06, 2019 21:04REDACCIÓNECUMENISMO Y
DIÁLOGO INTERRELIGIOSO, VIAJES PONTIFICIOS
(ZENIT – 6 mayo 2019).- El Papa Francisco ha presidido esta tarde,
último día en Bulgaria, 6 de mayo de 2019, la oración ecuménica
por la paz, última celebración en el país antes de viajar a
Macedonia del Norte, donde terminará este 29º viaje internacional.
En la plaza Nezavisimost, de Sofía, el Santo Padre ha pronunciado
una oración por la paz, en continuación del fragmento leído del cántico de las
criaturas de san Francisco de Asís, clérigo que inspiró al papa argentino a
adoptar su nombre pontificio. La celebración ha tenido lugar junto a
representantes de las religiones del país: ortodoxa, judía, musulmana,
protestantes y armenia.
A continuación ofrecemos la oración del Santo Padre:
***
Queridos hermanos y hermanas:
Hemos rezado por la paz con las palabras de san Francisco de Asís, gran
enamorado de Dios Creador y Padre de todos. Amor que testimonió con la misma
pasión y el sincero respeto por la creación y por cada persona que encontraba
en su camino. Amor que transformó su mirada al saber que en cada uno existe «un
brote de luz que nace de la certeza personal de ser infinitamente amado, más
allá de todo» (Exhort. apost. Evangelii gaudium, 6). Amor que lo
llevó a ser un auténtico constructor de paz. También nosotros, siguiendo sus
huellas, estamos llamados a ser constructores, “artesanos” de paz. Paz que
debemos implorar y por la que debemos trabajar, don y tarea, regalo y esfuerzo
constante y cotidiano por construir una cultura donde la paz sea también un
derecho fundamental. Paz activa y “armada” contra todas las formas de egoísmo e
indiferencia que nos hagan poner los intereses mezquinos de algunos sobre la
dignidad inviolable de cada persona. La paz reclama y pide que hagamos del
diálogo un camino; de la colaboración común nuestra conducta; del conocimiento
recíproco método y criterio (cf. Documento sobre la fraternidadhumana,
Abu Dabi, 4 febrero 2019) para encontrarnos en lo que nos une, respetarnos en
lo que nossepara y animarnos a mirar el mañana como un espacio de oportunidad y
de dignidad, especialmente para las generaciones que vendrán.
Estamos aquí esta tarde para rezar ante estas antorchas traídas por
nuestros niños. Simbolizan el fuego del amor que arde en nosotros y que debe
convertirse en un faro de misericordia, de amor y de paz en los ambientes en
que vivimos. Un faro que nos gustaría que iluminara el mundo entero. Con el
fuego del amor, queremos derretir el hielo de las guerras. Estamos viviendo
este encuentro por la paz en las ruinas de la antigua Serdica, en Sofía,
corazón de Bulgaria. Desde aquí, podemos ver los lugares de culto de diferentes
Iglesias y confesiones religiosas: Santa Nedelia, de nuestros hermanos
ortodoxos; San José, de nosotros, católicos; la sinagoga de nuestros hermanos
mayores, los judíos; la mezquita de nuestros hermanos musulmanes y, cerca, la
iglesia de los armenios.
En este lugar, durante siglos, los búlgaros de Sofía pertenecientes a
diferentes grupos culturales y religiosos se concentraban para reunirse y
discutir. Que este lugar simbólico represente un testimonio de paz. En este
momento, nuestras voces se funden y expresan al unísono el ardiente deseo de
paz: que la paz se extienda por toda la tierra, en nuestros hogares, en cada
uno de nosotros, y especialmente en esos lugares donde muchas voces han sido
silenciadas por las guerras, mutiladas por la indiferencia e ignoradas por la
complicidad aplastante de grupos de interés. Que todos cooperen en la realización
de esta aspiración: los representantes de la religión, de la política, de
la cultura. Que cada uno allí donde se encuentre, realizando la tarea que
le toca pueda decir: “Hazme un instrumento de tu paz”. Es el deseo que se
realice el sueño del papa san Juan XXIII, de una tierra en la que la paz se
encuentre en casa. Sigamos su anhelo y con nuestra vida digamos: Pacem
interris. Paz en la tierra y a todos los hombres que ama el Señor.
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