Lectura
del santo evangelio según san Juan 14, 1-6
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Que no tiemble vuestro corazón; creed
en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si
no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os
prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis
también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis
el camino.» Tomás le dice: -
«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Jesús le
responde: - «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino
por mí.»
Reflexión
del Evangelio de hoy
Pero Dios
lo resucitó de entre los muertos
En el
fragmento de los Hechos de la Apóstoles que leemos hoy, se nos relata cómo
habiendo llegado Pablo a Antioquía, se dirige tanto a los hebreos como a los
que no lo son, recordándoles como los habitantes de Jerusalén hicieron oídos
sordos a la doctrina de Jesús, ni tampoco entendieron las profecías que se
referían a Él, pero, sin embargo, les dieron cumplimiento, pues lo condenaron a
muerte e incitaron a Pilato a que lo hiciera, a pesar de no haber encontrado
motivo que mereciera tal castigo. Lo enterraron y así se cumplió lo que estaba
escrito, resucitándolo Dios de entre los muertos y apareciéndose a los que lo
habían acompañado desde Galilea.
Así se ha
cumplido en nuestros días la promesa que Dios hizo a nuestros padres
resucitando a Jesús.
Es paradójico
el ver como a lo largo de la historia, se realizan acciones que podríamos
considerar como reprobables, y que vienen a consolidar o, a hacer realidad, los
designios que Dios tenía pensados para un momento determinado.
Ver cómo
es de maleable la voluntad humana cuando se sabe manipular, los habitantes de
Jerusalén, que habían recibido con alegría y algazara, a Jesús como el
"enviado en el nombre del Señor", el "hijo de David",
apenas cuatro días más tarde, son capaces de gritar desgañitándose "crucifícalo,
crucifícalo"; y así se cumplió lo que había sido anunciado por los
profetas.
En el
salmo segundo se expresa: "Tú eres mi hijo. Yo te he engendrado hoy",
ratificando que Él es el enviado.
Nadie va
al Padre si no es por mi
Juan en
su largo relato de la última cena, nos refiere, en este fragmento, como Jesús
poco a poco va dando instrucciones a los Apóstoles y se va despidiendo pues
está cerca su hora.
Intenta
tranquilizarlos insistiéndoles que sigan creyendo en Dios y, por lo tanto, en
Él pues se va a prepararles un sitio en la Casa del Padre y, más tarde, volverá
y los llevará consigo para que allá donde Él esté estén, también, los
Apóstoles.
Tomás, el
racionalista, el que quiere que todo sea palpable, le dice: "no sabemos a
dónde vas ¿cómo vamos a saber el camino?". Jesús le responde que Él es el
camino, o sea, la única forma de poder llegar al Padre, la verdad, como
ratificando la divinidad de Cristo, y la vida, es decir, la meta que hay que alcanzar,
la gloria definitiva, la vida eterna. Y para reafirmar lo dicho les advierte:
"nadie va al Padre si no es por mi".
Ante
estas afirmaciones de Jesús, debemos ratificarnos en nuestra fe, no dejarnos
embaucar por "cantos de sirena", nada ni nadie de este mundo puede
darnos un programa de vida tan claro y rotundo como el que nos presenta Jesús,
Él es el verdadero camino para alcanzar la vida eterna, nadie puede llevarnos
al Padre si no cuenta, sobretodo y fundamentalmente, con Él.
Nuestra
vida carecería de sentido si no estuviera enfocada hacia el camino que nos
marca Jesús, todo lo demás nos puede resultar apetecible, pero nos desvía de
nuestra auténtica meta.
¿Es Jesús
nuestro camino?
¿Tenemos
claro a donde queremos llegar y con quien?
D. José
Vicente Vila Castellar, OP
Fraternidad Laical Dominicana Torrent (Valencia)
Fraternidad Laical Dominicana Torrent (Valencia)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/17-5-2019/
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