viernes, 2 de enero de 2015

“Y Paz en la Tierra”


En el clima espiritual de la Navidad y el inicio de un nuevo año civil nuestro pensamiento se dirige al ansiado valor de la paz. Este don, tan valorado por las sociedades, es apreciado tanto en esta vida como en la vida eterna, donde será parte de los bienaventurados. Así nos lo recordaba San Agustín: "Porque es tan singular el bien de la paz, que aún en las cosas terrenas y mortales no sabemos oír cosa de mayor gusto, ni desear objeto más agradable, ni finalmente podemos hallar cosa mejor".

La paz en la tierra es un innegable valor que solo se puede lograr cuando los mismos ciudadanos se proponen alcanzarla y a trabajan para conseguirla, por medio del orden, de la justicia, del respeto y de la libertad. Del mismo modo es apreciable reconocer que esta paz en la tierra ayuda a alcanzar la paz eterna, porque los tiempos de paz permiten la oración, la contemplación y la reflexión, es decir, permiten crecer al ser humano en sabiduría.


También nuestro País, hoy, necesita constructores de paz. Aquellos que paren la violencia contra la vida, especialmente contra el no nacido; aquellos que sean puentes de perdón y misericordia en las relaciones familiares y sociales; aquellos que ayuden a frenar el sicariato y la muerte en nuestras ciudades; aquellos que devuelvan la confianza y el orden donde el narcoterrorismo aún esta presente. Necesitamos asumir con convicción que la paz es el mejor regalo para nuestro Perú.

Quisiéramos concluir con las palabras de San Juan Pablo II, que retomó el Papa Francisco en su mensaje del año pasado: “La paz es un bien indivisible. O es de todos o no es de nadie. Sólo es posible alcanzarla realmente y gozar de ella, como mejor calidad de vida y como desarrollo más humano y sostenible, si se asume en la práctica, por parte de todos, una "determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común”.

P. Guillermo Inca Pereda OSJ

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