(12 - 19 de Enero de 2015)
Ceremonia de Bienvenida: Discurso
del Santo Padre
Aeropuerto Internacional de
Colombo
Martes 13 de enero de 2015
Señor Presidente
Distinguidas Autoridades del Gobierno
Eminencia, Excelencias
Queridos amigos
Quiero agradecerles su cordial recibimiento. He deseado
mucho esta visita a Sri Lanka y pasar estos días junto a ustedes. Sri Lanka es
conocida como la Perla del Océano Índico por su belleza natural. Pero es aún
más importante que esta isla sea célebre por la calidez de su gente y la rica
diversidad de sus tradiciones culturales y religiosas.
Señor Presidente, le expreso mis mejores deseos en su
nueva responsabilidad. le agradezco su invitación a visitar Sri Lanka y sus
palabras de bienvenida. Saludo a los distinguidos miembros del Gobierno y
autoridades civiles que nos honran con su presencia. Agradezco especialmente la
presencia de los distinguidos líderes religiosos, que desempeñan un papel tan
importante en la vida de este país. Y naturalmente, quisiera expresar mi
agradecimiento a los fieles, al coro, y a todas las personas que han
contribuido a hacer posible esta visita. Agradezco de corazón a todos su amabilidad
y hospitalidad.
Mi visita a Sri Lanka es fundamentalmente pastoral. Como
Pastor universal de la Iglesia católica, he venido para conocer, animar y rezar
con los fieles católicos de esta isla. Un momento culminante de esta visita
será la canonización del beato José Vaz, cuyo ejemplo de caridad cristiana y
respeto a todas las personas, independientemente de su raza o religión, sigue
siendo una fuente de inspiración y enseñanza en la actualidad. Pero mi visita
también quiere expresar el amor y preocupación de la Iglesia por todos los
ciudadanos de Sri Lanka, y confirmar el deseo de la comunidad católica de
participar activamente en la vida de esta sociedad.
Una tragedia constante en nuestro mundo es que tantas
comunidades estén en guerra entre sí. La incapacidad para conciliar diferencias
y desacuerdos, ya sean antiguos o nuevos, ha dado lugar a tensiones étnicas y
religiosas, acompañadas con frecuencia por brotes de violencia. Durante muchos
años, Sri Lanka ha conocido los horrores de la contienda civil, y ahora trata
de consolidar la paz y curar las heridas de esos años. No es tarea fácil
superar el amargo legado de injusticias, hostilidad y desconfianza que dejó el
conflicto. Esto sólo se puede conseguir venciendo el mal con el bien (cf. Rm 12,21)
y mediante el cultivo de las virtudes que favorecen la reconciliación, la
solidaridad y la paz. El proceso de recuperación debe incluir también la
búsqueda de la verdad, no con el fin de abrir viejas heridas, sino más bien
como un medio necesario para promover la justicia, la recuperación y la unidad.
Queridos amigos, estoy convencido de que los creyentes de
las diversas tradiciones religiosas tienen un papel esencial en el delicado
proceso de reconciliación y reconstrucción que se está llevando a cabo en este
país. Para que el proceso tenga éxito, todos los miembros de la sociedad deben
trabajar juntos; todos han de tener voz. Todos han de sentirse libres de
expresar sus inquietudes, sus necesidades, sus aspiraciones y sus temores. Pero
lo más importante es que todos deben estar dispuestos a aceptarse mutuamente, a
respetar las legítimas diferencias y a aprender a vivir como una única familia.
Siempre que las personas se escuchan unos a otros con humildad y franqueza, sus
valores y aspiraciones comunes se hacen más evidentes. La diversidad ya no se
ve como una amenaza, sino como una fuente de enriquecimiento. El camino hacia
la justicia, la reconciliación y la armonía social se ve con más claridad aún.
En este sentido, la gran obra de reconstrucción debe
abarcar no sólo la mejora de las infraestructuras y la satisfacción de las
necesidades materiales, sino también, y más importante aún, la promoción de la
dignidad humana, el respeto de los derechos humanos y la plena inclusión de
cada miembro de la sociedad. Tengo la esperanza de que los líderes políticos,
religiosos y culturales de Sri Lanka, considerando el bien y el efecto positivo
de cada una de sus palabras y actuaciones, contribuirán de manera duradera al
progreso material y espiritual del pueblo de Sri Lanka.
Señor Presidente, queridos amigos, les doy las gracias una
vez más por su acogida. Que estos días que pasaremos juntos sean días de
amistad, diálogo y solidaridad. Invoco la abundancia de las bendiciones de Dios
sobre Sri Lanka, la Perla del Océano Índico, y rezo para que su belleza resplandezca
en la prosperidad y la paz de todos sus habitantes.
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