lunes, 26 de enero de 2015

La adoración jamás debe ser traicionada. Error del ateísmo marxista


Hoy constatamos una de las consecuencias más perniciosas de la increencia y cerrazón de corazón: deformar el rostro de Jesús. El caso del Evangelio de hoy raya la absurdidad: asignar a Jesús un poder demoníaco para explicar la expulsión de demonios. ¡Lamentable y torpe error!

Aquel burdo error de los escribas se ha reproducido modernamente en versión materialista. ¿No debería el salvador del mundo demostrar su identidad dando de comer a todos? El marxismo habría hecho que toda hambre fuera saciada y que el desierto se convirtiera en pan. Pero, la historia ha mostrado que cuando no se respeta la jerarquía de los bienes ya no hay justicia, sino que se crea desajuste y destrucción también en el ámbito de los bienes materiales. Cuando se reniega de Dios o, simplemente, se le da una importancia secundaria (dejándole de lado), entonces fracasan precisamente estas cosas presuntamente más importantes.

—Señor: el pan es importante, la libertad es más importante, pero lo fundamental es la fidelidad constante y la adoración jamás traicionada.

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).

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