martes, 6 de enero de 2015

"Caminar atentos, incansables y valerosos", el Papa a la hora del Ángelus


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! ¡Buena Fiesta!

En la noche de Navidad hemos meditado sobre la visita a la gruta de Belén de algunos pastores pertenecientes al pueblo de Israel; hoy en la solemnidad de la Epifanía, hagamos memoria de la llegada de los Reyes Magos, que vinieron de Oriente para adorar al recién nacido Rey de los Judíos y Salvador universal, y para ofrecerle dones simbólicos. Con su gesto de adoración, los Reyes Magos dan testimonio que Jesús ha venido a la tierra para salvar no a un solo pueblo, sino a todas las personas. Por lo tanto, en la fiesta de hoy nuestra mirada se amplía al horizonte del mundo entero para celebrar la “manifestación” del Señor a todos los pueblos, es decir, la manifestación del amor y de la salvación universal de Dios. Él no reserva su amor a algunos privilegiados, sino que lo ofrece a todos. Así como es Creador y Padre de todos, del mismo modo quiere ser el Salvador de todos. Por esto, estamos llamados a nutrir siempre gran confianza y esperanza por toda persona y por su salvación: también ellos, que nos parecen alejados del Señor son seguidos –o mejor “perseguidos”– por su amor apasionado, su amor fiel y también humilde. ¡Porque el amor de Dios es humilde, tan humilde!


El relato evangélico de los Reyes Magos, describe su viaje desde Oriente como un viaje del alma, como un camino hacia el encuentro con Cristo. Ellos están atentos a los signos que indican la presencia; son incansables en el enfrentar las dificultades de la búsqueda; son valientes en el deducir las consecuencias de vida que derivan del encuentro con el Señor. Es decir, la vida es esto: la vida cristiana es caminar siendo atentos, incansables y valerosos. ¡Así camina un cristiano! Caminar atento, incansable y valeroso. La experiencia de los Reyes Magos evoca el camino de todo hombre hacia Cristo. Como los Reyes Magos, también para nosotros buscar a Dios quiere decir caminar –y como decía: atento, incansable y valeroso- fijando el cielo y distinguiendo en el signo visible de la estrella, el Dios invisible que habla a nuestro corazón. La estrella que es capaz de guiar todo hombre  a Jesús es la Palabra de Dios. Está en la Biblia, en los Evangelios. La Palabra de Dios es la luz que orienta nuestro camino, nutre nuestra fe y la regenera. Es la Palabra de Dios que renueva continuamente nuestros corazones, nuestras comunidades. Por lo tanto, no olvidemos leerla y meditarla cada día, para que se transforme  para cada uno en una llama que llevamos dentro de nosotros para iluminar nuestros pasos, y también aquellos de quién camina junto a nosotros, que quizás le cuesta encontrar el camino hacia Cristo. Siempre con la Palabra de Dios. La Palabra de Dios a mano: un pequeño Evangelio en el bolsillo, en la cartera, siempre, para leerlo. No se olviden de esto: ¡siempre conmigo la Palabra de Dios!

En este día de la Epifanía, nuestro pensamiento se dirige también a los hermanos y a las hermanas del Oriente cristiano, católicos y ortodoxos, muchos de los cuales celebran mañana la Navidad del Señor. A ellos les llegue nuestra afectuosa felicitación.

Me gusta luego recordar que hoy se celebra la Jornada Mundial de la Infancia Misionera. Es la fiesta de los niños que viven con alegría el don de la fe y rezan para que la luz de Jesús llegue a todos los niños del mundo.  Aliento a los educadores a cultivar en los pequeños el espíritu misionero. Que no sean niños y jóvenes cerrados, sino abiertos; que vean un gran horizonte, que su corazón siga adelante, hacia el horizonte, para que nazcan entre ellos testigos de la ternura de Dios y anunciadores del Evangelio.

Nos dirijamos ahora a la Virgen María e invoquemos su protección sobre la Iglesia Universal, para que difunda en el mundo entero el Evangelio de Cristo, Lumen gentium, luz de todos los pueblos. Y que Ella nos haga estar siempre más en camino, nos haga caminar y en el camino, ser atentos, incansables y valerosos.

Saludos del Papa al finalizar la oración mariana

Queridos hermanos y hermanas,

Los saludo a todos ustedes, romanos y peregrinos, renovando el deseo de paz y de todo bien en el Señor.

Saludo a los fieles venidos de Aachen (Alemania), de Kilbeggan (Irlanda), y a los estudiantes de Northfield - Minnesota (Estados Unidos); los confirmandos de Romano de Lombardía y sus padres; los fieles de Biassono, Verona, Arzignano, Acerra y de algunas Diócesis de Puglia; y los jóvenes de la Obra de Don Orione.

Un saludo especial a cuantos dan vida al desfile histórico-folclorístico que este año está dedicado al territorio de los Municipios de Segni, Artena, Carpineto Romano, Gorga y Montelanico.

Y acuérdense bien: la vida es un caminar, caminar siempre, buscando a Dios. Caminar atentos, incansables y valerosos. Y falta una cosa, falta una cosa: atentos, incansables y valerosos y... ¿qué falta? ¡Caminar con la luz! ¿Y quién es la luz? El Evangelio, la Palabra de Dios. Siempre con el Evangelio en el bolsillo, en la cartera, para leerlo, siempre con nosotros. Caminar atentos, incansables, valerosos y con la luz de la Palabra de Dios.

A todos les deseo una buena Fiesta. No se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo! ¡Hasta pronto!

(Traducción del italiano: María Cecilia Mutual - RV)

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