Día litúrgico: Miércoles II del tiempo ordinario
Santoral 21 de Enero: San Fructuoso, obispo y mártir, y santos Augurio y Eulogio, diáconos y mártires
Texto del Evangelio (Mc 3,1-6): En aquel tiempo,
entró Jesús de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano
paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle.
Dice al hombre que tenía la mano seca: «Levántate ahí en medio». Y les dice:
«¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de
destruirla?». Pero ellos callaban. Entonces, mirándoles con ira, apenado por la
dureza de su corazón, dice al hombre: «Extiende la mano». Él la extendió y
quedó restablecida su mano. En cuanto salieron los fariseos, se confabularon
con los herodianos contra Él para ver cómo eliminarle.
Comentario: Rev. D. Joaquim MESEGUER García
(Sant Quirze del Vallès, Barcelona, España).
¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar
una vida en vez de destruirla?
Hoy, Jesús nos enseña que hay que obrar el bien en todo
tiempo: no hay un tiempo para hacer el bien y otro para descuidar el amor a los
demás. El amor que nos viene de Dios nos conduce a la Ley suprema, que nos dejó
Jesús en el mandamiento nuevo: «Amaos unos a otros como yo mismo os he amado»
(Jn 13,34). Jesús no deroga ni critica la Ley de Moisés, ya que Él mismo cumple
sus preceptos y acude a la sinagoga el sábado; lo que Jesús critica es la interpretación estrecha de la Ley que
han hecho los maestros y los fariseos, una interpretación que deja poco lugar a
la misericordia.
Jesucristo ha venido a proclamar el Evangelio de la salvación, pero sus adversarios, lejos de
dejarse convencer, buscan pretextos contra Él: «Había allí un hombre que tenía
la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder
acusarle» (Mc 3,1-2). Al mismo tiempo que podemos ver la acción de la gracia,
constatamos la dureza del corazón de unos hombres orgullosos que creen tener la
verdad de su parte. ¿Experimentaron alegría los fariseos al ver aquel pobre
hombre con la salud restablecida? No, todo lo contrario, se obcecaron todavía
más, hasta el punto de ir a hacer tratos con los herodianos —sus enemigos
naturales— para mirar de perder a Jesús, ¡curiosa alianza!
Con su acción, Jesús
libera también el sábado de las cadenas con las cuales lo habían atado los
maestros de la Ley y los fariseos, y le restituye su sentido verdadero: día de
comunión entre Dios y el hombre, día de liberación de la esclavitud, día de la
salvación de las fuerzas del mal. Nos dice san Agustín: «Quien tiene la conciencia en paz, está tranquilo, y esta misma
tranquilidad es el sábado del corazón». En Jesucristo, el sábado se abre ya al
don del domingo.
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