Día litúrgico: El Bautismo del Señor (B)
Texto del Evangelio (Mc 1,7-11): En aquel tiempo,
predicaba Juan diciendo: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no
soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias. Yo os he
bautizado con agua, pero Él os bautizará con Espíritu Santo». Y sucedió que por
aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en
el Jordán. En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el
Espíritu, en forma de paloma, bajaba a Él. Y se oyó una voz que venía de los
cielos: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco».
Comentario: Mons. Salvador CRISTAU i Coll
Obispo Auxiliar de Terrassa (Barcelona, España).
«Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco»
Hoy, solemnidad del Bautismo del Señor, termina el ciclo
de las fiestas de Navidad. Dice el Evangelio que Juan se había presentado en el
desierto y «predicaba un bautismo de conversión para el perdón de los pecados»
(Mc 1,4). La gente iba a escucharlo, confesaban sus pecados y se hacían
bautizar por él en el río Jordán. Y entre aquellas gentes se presentó también
Jesús para ser bautizado.
En las fiestas de Navidad hemos visto como Jesús se
manifestaba a los pastores y a los magos que, llegando desde Oriente, lo
adoraron y le ofrecieron sus dones. De hecho, la venida de Jesús al mundo es
para manifestar el amor de Dios que nos salva.
Y allí, en el Jordán, se produjo una nueva manifestación
de la divinidad de Jesús: el cielo se abrió y el Espíritu Santo, en forma de
paloma descendía hacia Él y se oyó la voz del Padre: «Tú eres mi Hijo amado, en
ti me complazco» (Mc 1,11). Es el Padre del cielo en este caso y el Espíritu
Santo quienes lo manifiestan. Es Dios mismo que nos revela quién es Jesús, su
Hijo amado.
Pero no era una revelación sólo para Juan y los judíos.
Era también para nosotros. El mismo Jesús, el Hijo amado del Padre, manifestado
a los judíos en el Jordán, se manifiesta continuamente a nosotros cada día. En
la Iglesia, en la oración, en los hermanos, en el Bautismo que hemos recibido y
que nos ha hecho hijos del mismo Padre.
Preguntémonos, pues: —¿Reconozco su presencia, su amor en
mi vida? —¿Vivo una verdadera relación de amor filial con Dios? Dice el Papa
Francisco: «Lo que Dios quiere del hombre es una relación “papá-hijo”,
acariciarlo, y le dice: ‘Yo estoy contigo’».
También a nosotros el Padre del cielo, en medio de
nuestras luchas y dificultades, nos dice: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me
complazco».
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