Ciudad del Vaticano, 14 enero 2015 (VIS)
El santuario de Nuestra Señora de Madhu, a 250 kilómetros
de Colombo y al que el Papa se desplazó en helicóptero fue la segunda etapa del
viaje de Francisco a Sri Lanka este miércoles. El santuario se encuentra en el
norte de la isla, habitada prevalentemente por población Tamil, y su historia
abarca más de cuatro siglos. En 1544 algunos cristianos escapados a la masacre
ordenada en Mannar por el rey de Jaffna que temía la expansión de la influencia
portuguesa se refugian en la jungla y construyen un rudimental lugar de oración
colocando la imagen que ahora se encuentra en el santuario. En 1583, de nuevo
huyendo de Mannar, otros cristianos comienzan a construir iglesias en las zonas
cercanas; una de ellas en Mantai que es la primera casa de la imagen de Nuestra
Señora de Madhu. Después de las persecuciones de los holandeses, desembarcados
en Ceilán en 1656, treinta familias católicas que buscaban refugio de aldea en
aldea llevando consigo la imagen se establecen en Maruthamadhu, el lugar donde
surge actualmente el santuario. Se unirán más tarde a ellos otros católicos de
origen portugués a los que se debe la construcción de la primera pequeña
iglesia dedicada a Nuestra Señora de Madhu.
La fama de la Virgen de Madhu, protectora contra las
serpientes, se difunde por toda la isla y con la llegada de san José Vaz en
1687 el catolicismo vuelve a florecer y Madhu en 1706 se convierte en centro
misionero. La construcción del edificio actual comienza en 1872, el legado
pontificio corona la imagen en 1924 en nombre de Pío XI y la iglesia se
consagra en 1944. El santuario mariano es lugar de oración muy respetado y
frecuentado por fieles católicos y de otras religiones, a pesar de lo cual fue
escenario de combates entre los tamiles y las fuerzas del gobierno. Los obispos
de Sri Lanka han conseguido que Madhu sea una zona desmilitarizada garantizando
la seguridad de los peregrinos y de los numerosos prófugos que se refugiaron
allí para escapar de la guerra. Desde 1990, las 160 hectáreas de terreno que
rodean el santuario han acogido a miles de desplazados de guerra,
convirtiéndose en un verdadero y propio campo de refugiados, reconocido por las
partes en lucha. En abril de 2008 el santuario fue entregado de nuevo a la
diócesis de Mannar y reabierto al culto en diciembre de 2010.
Más de 500.000 personas esperaban al Papa para rezar
juntos a la Virgen por la consolidación de la paz alcanzada en 2009 al final de
un conflicto que se prolongó durante más de tres décadas. Estaban presentes familias
tamiles y cingalesas sometidas a duras pruebas por las hostilidades.
''Estamos en la casa de nuestra Madre -dijo Francisco-
Aquí ella nos da la bienvenida. En este santuario de Nuestra Señora de Madhu,
todo peregrino se puede sentir en su casa, porque aquí María nos lleva a la
presencia de su Hijo Jesús. Aquí vienen los habitantes de Sri Lanka, tamiles y
cingaleses por igual, como miembros de una sola familia. Encomiendan a María
sus alegrías y tristezas, sus esperanzas y necesidades. Aquí, en su casa, se
sienten seguros. Saben que Dios está muy cerca; sienten su amor; conocen su
ternura y misericordia, la tierna misericordia de Dios''.
''Se encuentran hoy aquí familias que han sufrido mucho en
el largo conflicto que rasgó el corazón de Sri Lanka. Muchas personas, tanto
del norte como del sur, fueron asesinadas en la terrible violencia y
derramamiento de sangre de aquellos años. Los habitantes de Sri Lanka no pueden
olvidar los trágicos acontecimientos ocurridos en este mismo lugar, o el triste
día en que la venerada imagen de María, que data de la llegada de los primeros
cristianos a Sri Lanka, fue arrancada de su santuario''.
''Pero la Virgen permanece siempre con vosotros. Ella es
la madre de todo hogar, de toda familia herida, de todos los que están tratando
de volver a una existencia pacífica. Hoy le damos las gracias por haber
protegido a la población de Sri Lanka de tantos peligros pasados y presentes.
María nunca olvida a sus hijos en esta isla resplandeciente. Al igual que nunca
se apartó del lado de su Hijo en la cruz, así nunca se aparta de sus hijos que
sufren en Sri Lanka''.
''Hoy queremos dar las gracias a la Virgen por su
presencia. Ante tanto odio, violencia y destrucción, queremos darle las gracias
porque sigue llevándonos a Jesús, el único que tiene el poder para curar las
heridas abiertas y devolver la paz a los corazones desgarrados. Pero también
queremos pedirle que implore para nosotros la gracia de la misericordia de
Dios. Pedimos también la gracia de reparar por nuestros pecados y por todo el
mal que esta tierra ha conocido''.
''No es fácil hacer esto -reconoció el Santo Padre- Sin
embargo, cuando llegamos a entender, a la luz de la Cruz, el mal que somos
capaces de hacer, y del que incluso formamos parte, podremos experimentar el
auténtico remordimiento y el verdadero arrepentimiento. Sólo entonces podremos
recibir la gracia de acercarnos unos a otros, con una verdadera contrición,
dando y recibiendo el perdón verdadero. En esta difícil tarea de perdonar y
tener paz, María siempre está presente para animarnos, para guiarnos, para
mostrarnos el camino. De la misma manera que perdonó a los verdugos de su Hijo
al pie de la cruz, y luego recibió su cuerpo exánime entre sus manos, así ahora
quiere guiar al pueblo de Sri Lanka a una mayor reconciliación, para que el
bálsamo del perdón y la misericordia de Dios proporcione una verdadera curación
para todos''.
''Por último, queremos pedir a María Madre que acompañe
con su intercesión los esfuerzos de ambas comunidades de Sri Lanka, tamiles y
cingaleses, por reconstruir la unidad que se había perdido. Al igual que su
imagen volvió a su santuario de Madhu después de la guerra, pedimos al Señor
que todos sus hijos e hijas de Sri Lanka puedan volver ahora a la casa de Dios
con un renovado espíritu de reconciliación y comunión''.
''Queridos hermanos y hermanas, me siento feliz de estar
con vosotros en la casa de María. Oremos unos por otros. Sobre todo, pidamos
que este santuario sea siempre una casa de oración y un remanso de paz. Que,
por intercesión de Nuestra Señora de Madhu, todos los hombres encuentren aquí
el ánimo y la fuerza para construir un futuro de reconciliación, justicia y paz
para todos los hijos de esta querida tierra. Amén''.
Después de rezar el Padre Nuestro y de bendecir a la
asamblea con la imagen de Nuestra Señora, el Papa aclamado nuevamente por la
multitud recorrió en papamóvil el kilómetro y medio que lo separaba del
helipuerto de Madhu desde donde regresó a Colombo.
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