Un grupo de científicos construye una capilla a la Virgen
María en medio de la Antártida.
“Recibiréis la
fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en
Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”.
Esta frase que dijo Jesucristo y que recoge los Hechos de los Apóstoles la han
aplicado un grupo de científicos que trabajan en el lugar más inhóspito del
planeta: el centro de la Antártida.
Expedición
en mitad del Polo Sur
En la base
Concordia, formada por franceses e italianos y situada en una enorme meseta de
hielo a 3.233 metros de altura y a 1.200 kilómetros de distancia de la costa,
algunos miembros de la expedición han querido hacer presente en medio de la
nada a Cristo y a la Virgen, algo vital y necesario para ellos.
Tal y como relata
el jefe médico de la expedición, Vincenzo Di Giovanni, en una carta, la
idea surgió de dos de los miembros y fue muy bien acogida por el resto. Pero,
¿qué es lo que han llevado a cabo? Un sencillo nicho clavado en el hielo y en
el que están refugiados un crucifijo y una imagen de la Virgen María,
habiendo entre medias de ambos una inscripción que dice “protégenos”.
“Llevar
el Kerygma a todo el mundo”
Esta especie de
capilla está situada a 500 metros de las instancias y está cerca de donde
aterrizan las aeronaves para significar un claro mensaje. El objetivo es “llevar
el Kerygma a los extremos del mundo” y es por ello por lo que todo el que
llega se encuentra primero con María.
En este sentido,
cuenta Di Giovanni que el icono de la Virgen María fue elegido por su “carisma
neocatecumenal” y su preocupación central por el anuncio del Evangelio. La
imagen colocada en el Polo Sur es el conocido icono que pintó Kiko Argüello
cuyo original está en la catedral de La Almudena de Madrid.
Por ello, relatan
estos científicos de la expedición italiana que ahora la base Concordia pasó a
llamarse popularmente “Madre de los Glaciares eternos” pues tienen la
esperanza de que “en ese lugar aislado del resto del mundo se pueda llevar el
mensaje para aquellos que viajan con fines científicos incluso hasta los
confines de la tierra”.
Procesiones
y oración
El 8 de diciembre,
en la fiesta de la Inmaculada Concepción, algunos miembros de la expedición fueron
en procesión hasta allí para orar, en una construcción que fue realizada e
instalada con una pequeña y sencilla ceremonia. Cuenta el jefe médico de la
expedición que antes de que se les ocurriera la idea de instalar un nicho en la
entrada de la expedición, él tenía colocada el icono y el crucifijo en su
habitación de la base.
Pero antes de
partir hacía el Polo Sur, hubo otra sencilla celebración en Italia. Allí el
vicario general de la Diócesis de Pescara-Penne y párroco de Nuestra Señora del
Fuego bendijo las imágenes sagradas que ahora hacen presente a
Jesucristo y su Iglesia en este lugar.
Respetado
por todos los científicos
En su carta, Di
Giovanni afirma que la presencia de este signo ha sido apreciada “por un
científico de religión islámica y es respetado por los investigadores y
científicos agnósticos y ateos”. Justo al lado de la Virgen y Jesús están
las ciudades de los miembros de la expedición y la distancia que existe desde
allí.
La situación de
aislamiento y las condiciones extremas hacen indispensable toda ayuda posible.
Y sólo Dios y la intercesión de su madre consiguen dar el consuelo necesario en
los momentos más complicados. Pero hasta “en los confines de la tierra”, el Señor no abandona a sus criaturas.
La
Virgen, una luz para estos hombres
“El DOME-C se
encuentra en la capa de hielo polar a una altitud de 3.233 metros sobre el
nivel del mar y a 1.200 kilómetros de la costa. Está a miles de kilómetros de
Nueza Zelanda, que es el espacio vivo más cercano y la temperatura es de 80
grados bajo cero. Aquí, el lugar está iluminado por el sol durante más de seis
meses al año, porque nunca se pone durante el verano polar, entonces vivimos,
un día sin noche. Luego viene la oscuridad, con cuatro meses de terrible noche
polar durante el cual la base es el hogar de una docena de científicos y
técnicos y el icono será siempre como la luz de la luna para estos hombres”,
asegura.
De hecho, el humor
no le falta y para acabar la misiva el jefe médico afirma que si “la palabra de
Dios, representada en el icono de Kiko Arguello llegó incluso al Polo Sur, creo
que para propagar el mensaje "... hasta los confines de la tierra..."necesitamos
a alguien a bordo de la nave espacial que vaya a Marte tras el contacto de
la NASA”.
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