La
liturgia cuaresmal en nuestros días: su estructura y su significado
La Cuaresma romana comienza el Miércoles de ceniza y
concluye inmediatamente antes de la misa vespertina in Coena Domini. Todo este
período forma una unidad, pudiéndose distinguir los siguientes elementos:
1) El Miércoles de ceniza,
2) Los domingos, agrupados en el binomio,
I-II; III, IV y V; y el domingo de Ramos de la Pasión del Señor,
3) La Misa Crismal y
4) Las ferias de Cuaresma.
Nos ocuparemos brevemente de cada uno de ellos.
1) El Miércoles de ceniza
El origen de la imposición de la ceniza pertenece a la
estructura de la penitencia canónica. Empieza a ser obligatorio para toda la
comunidad cristiana a partir del siglo X. El liturgia actual, conserva los
elementos tradicionales: imposición de la ceniza y ayuno riguroso. Marca el
comienzo de la Cuaresma. Su conversión en caput quadragessimae, ha exigido
revisar las lecturas y los textos eucológicos de la misa y del oficio divino.
La bendición e imposición de la ceniza tiene lugar dentro
de la misa, después de la homilía; aunque en circunstancias especiales, se
puede hacer dentro de una celebración de la Palabra. La ceniza procede de los
ramos bendecidos el Domingo de la Pasión del Señor, del año anterior, siguiendo
una costumbre que se remonta al siglo XII. La fórmula de bendición hace
relación a la condición pecadora de quienes la recibirán. Las fórmulas de
imposición de la ceniza se inspiran en la Escritura: Gn, 3, 19 y Mc 1, 15.
El simbolismo de la ceniza es el siguiente:
a) condición débil y caduca del hombre, que camina hacia
la muerte;
b) situación pecadora del hombre;
c) oración y súplica ardiente para que el Señor acuda en
su ayuda;
d) resurrección, ya que el hombre está destinado a
participar en el triunfo de Cristo, y
e) Pascual, al complementarse con el agua purificadora de
la vigilia de Resurrección. En suma: es un día penitencial obligatorio para
toda la Iglesia y está marcado por el ayuno y la abstinencia.
2) Los domingos I y II de Cuaresma
Siguen la orientación de la época de San León: celebrar la
«cuarentena» del Señor y su transfiguración. Este tema aparece en los dos
domingos. El primer domingo tiene una importancia especial, por ser «el
venerable sacramento de la observancia cuaresmal anual»; en el segundo, la
presentación de Moisés y Elías.
3) Los domingos III, IV y V de Cuaresma
Estos domingos fueron tradicionalmente los días en que se
celebraban los tres escrutinios; por eso se leían en la misa las lecturas del
diálogos de Jesús con la samaritana, de la curación del ciego de nacimiento y
la resurrección de Lázaro, evangelios en donde el Bautismo aparece como el
sacramento del agua, de iluminación y de la vida nueva.
En consecuencia el domingo II es el «domingo del agua»; el
domingo IV, «el domingo de la luz»; el domingo V, «el domingo de la vida
nueva». Estamos frente a unos «domingos sacramentales», porque comportan, tanto
para los catecúmenos como para los fieles, un encuentro personal con Cristo,
como sucedió con la samaritana, al ciego de nacimiento y a Lázaro resucitado.
Las lecturas veterotestamentarias, forman una unidad catequética,
presentando las cinco grandes etapas de la historia de la salvación, desde los
orígenes, hasta el umbral del Nuevo Testamento.
4) Domingo de Ramos de la Pasión del Señor
Desde el siglo V, el domingo último de Cuaresma encontró
en Roma su forma definitiva como domingo de la Pasión, y seguirá así hasta el
siglo X. Se aparta de esta manera de los otros ritos que tenían como núcleo
central la entrada triunfal de Cristo en la Ciudad Santa, como ocurría en
Jerusalén. Con este domingo da inicio la Semana Santa, en la cual la Iglesia
celebra los misterios de la salvación realizados por Cristo en los últimos días
de su vida, comenzando por su entrada mesiánica en Jerusalén.
El misal de San Pío V, presentaba esta liturgia en cinco
partes: a) bendición de los ramos, dentro de una extensísima celebración,
estructurada como misa; b) distribución de los ramos, mientras se cantaban dos
antífonas; c) procesión: el recorrido partía de la iglesia y se regresaba a
ella; d) rito ante las puertas de la iglesia, que permanecían cerradas, con
cantos desde dentro y fuera de la iglesia, una vez abiertas entraba la
procesión, y e) la celebración de la misa romana de Pasión.
Pío XII, revisó y modificó estos ritos, agrupándolos en
dos partes: la procesión solemne en honor a Cristo Rey y la misa de Pasión
simplificó la bendición de los ramos, modificó su distribución y suprimió la
ceremonia ante las puertas de la Iglesia.
En la situación actual, la liturgia de este domingo,
llamado Dominica in Palmis de Passione Domini, la procesión y la misa ya no son
dos partes independientes sino elementos de un todo. Se ha logrado integrar las
dos tradiciones, la romana y la jerosolimitana, logrando que el Domingo de
Ramos se presente como presagio del triunfo real de Cristo y anuncio de su
Pasión, aspectos que se han de poner en evidencia tanto en la celebración como
en la catequesis del día. “La entrada de Jesús en Jerusalén manifiesta la
venida del Reino que el Rey-Mesías llevará a cabo mediante la Pascua de su
muerte y de su Resurrección. Con su celebración, la liturgia de la Iglesia abre
la gran Semana Santa” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 560).
5) La misa crismal
Según una antigua tradición, el Jueves Santo por la mañana
se celebra la misa crismal, en la que el obispo de la diócesis, que concelebra
con su presbiterio, consagra el santo crisma y bendice el óleo de los
catecúmenos y la unción de los enfermos.
La concelebración de la misa crismal manifiesta la
comunión entre el sacerdocio y el ministerio que existe entre el obispo y los
presbíteros. El rico significado teológico y pastoral de esta celebración en la
vida de la diócesis reclama que sea única, que tenga lugar en la catedral y que
participe el mayor número de fieles.
La nueva revisión de la “Institutio Generalis Missalis
Romani”, aprobada por Juan Pablo II el Jueves Santo del 2000, indica que es
competencia de la Conferencia Episcopal, preparar el calendario litúrgico de la
Nación, indicando que no se propongan cambios “nisi revera sint maximi momenti”
(n. 394).
6) Las ferias de Cuaresma
La Celebración de la Cuaresma recae fundamentalmente en
los domingos, y tienen preferencia sobre las solemnidades. Sin embargo su
celebración se complementa con las ferias, que prevalecen sobre las memorias
obligatorias.
La catequesis durante esos días consiste en:
a) la conversión del corazón y el culto que desde el
interior, es debido a Dios;
b) el perdón fraterno, como requisito indispensable para
obtener el perdón de Dios, y
c) la renovación personal de la vida y la entrega amorosa
a los demás, como frutos del Misterio Pascual.
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