La Cuaresma es el tiempo litúrgico fuerte en el que los
cristianos nos preparamos a celebrar, “teniendo en cuenta el doble carácter de
este tiempo”, el misterio pascual, conoce la importancia de este “Tiempo fuerte”
como lo califica la Iglesia, su origen y desarrollo en la historia, así como
los aspectos que hay que cuidar durante estos cuarenta días.
La Constitución Sacrosanctum Concilium sobre la Sagrada Liturgia (4-XII-1963, nn. 109-110), considera a
la Cuaresma como el tiempo litúrgico fuerte en el que los cristianos nos
preparamos a celebrar, “teniendo en cuenta el doble carácter de este tiempo”,
el misterio pascual, mediante la conversión interior, el recuerdo o la
celebración del Bautismo, la participación en el sacramento de la
Reconciliación, participando en las acciones “penitenciales, individuales y
colectivas”.
Para lograr estos objetivos, se invita a la escucha y a la
meditación de la Palabra de Dios, la oración, personal y comunitaria,
“encareciéndose la oración por los pecadores”, y la puesta en práctica de los
medios ascéticos tradicionales, como son, la abstinencia y el ayuno, —“el
sagrado ayuno pascual”—, y la limosna.
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