Hoy, el diablo conduce al Señor en una visión a un monte
alto. Le muestra todos los reinos de la tierra y su esplendor, y le ofrece
dominar sobre el mundo. ¿No es justamente ésta la misión del Mesías?
Más tarde, el Señor resucitado reunirá a los suyos en el
monte y dirá: "Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra"
(Mt 28,18). Sólo quien tiene todo este poder posee
el auténtico poder, el poder salvador. Sin el cielo, el poder terreno queda siempre
ambiguo y frágil. Sólo el poder que se pone bajo el criterio y el juicio del
cielo, es decir, de Dios, puede ser un poder para el bien.
—A ello se añade otro aspecto: Jesús tiene este poder en
cuanto resucitado, es decir: este poder presupone la cruz, presupone su muerte.
Presupone el otro monte, el Gólgota, donde murió clavado en la cruz. El reino
de Cristo es distinto de los reinos de la tierra y de sus esplendores…
Fuente: master·evangeli.net
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