Hoy, la liturgia nos presenta el tema de la llamada
divina. Invitados por Jesús a echar las redes, a pesar de una noche
infructuosa, Simón Pedro y los demás discípulos, fiándose de su palabra,
obtienen una pesca sobreabundante. Ante tal prodigio, Simón Pedro no se echa al
cuello de Jesús para expresar la alegría de aquella pesca inesperada, sino que
se arroja a sus pies.
Jesús, entonces, le asegura: "No temas. Desde ahora
serás pescador de hombres" (cf. Lc 5,10); y él, dejándolo todo, lo sigue.
Vemos cómo el encuentro auténtico con Dios lleva al hombre a reconocer su
pobreza e insuficiencia, sus limitaciones y su pecado. Pero, a pesar de esta
fragilidad, el Señor, rico en misericordia y en perdón, transforma la vida del
hombre y lo llama a seguirlo.
—Dios no mira lo que es importante para el hombre (las
apariencias); el Señor mira el corazón, y a los hombres pobres y débiles, pero
con fe en Él, los vuelve apóstoles y heraldos intrépidos de la salvación.
Fuente: master·evangeli.net
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