20-12-2012 Radio Vaticana
(RV).- El Financial Times uno de los más importantes
diarios financieros publicó en su edición de este 20 de diciembre el artículo
firmado por Su Santidad Benedicto XVI titulado “Tiempo de compromiso en el
mundo para los cristianos”.
La Sala de Prensa del Vaticano informó que el artículo del
Papa nació de una solicitud hecha llegar a la Santa Sede desde la redacción del
mismo rotativo y que tomó impulso tras la publicación del último libro de Su
Santidad sobre la Infancia de Jesús: “De esta manera el Financial Times ha
pedido al Sucesor de Pedro un comentario con motivo de la Navidad”.
Si bien se trata de una solicitud insólita, el Santo Padre
la aceptó con buena disponibilidad, y como ya ha hecho en pasado para dar
respuesta a algunas peticiones fuera de lo común. A saber: su intervención para
la BBC con motivo de la Navidad -algunos meses después del viaje a Reino
Unido-, o la solicitud de una entrevista televisiva para el programa “A sua
immagine” (A su imagen) para la RAI, Italia, para dar respuesta a las preguntas
en el marco de la celebración del Viernes Santo. La nota de la Santa Sede
explica también que se han tratado de momentos propicios para hablar de Jesús y
de su mensaje ante un amplio auditorio en los tiempos más sobresalientes del
año litúrgico cristiano.
PLJR – Radio Vaticano
Texto del artículo del Papa publicado en el Financial Times
traducido al español: 20.12.12
“Tiempo de compromiso en el mundo para los cristianos”
“Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de
Dios”, fue la respuesta que Jesús dio cuando se le preguntó lo que pensaba
sobre el pago de impuestos. Los que lo interrogaban, obviamente, querían
tenderle una trampa. Querían obligarlo a tomar posición ante el encendido
debate político sobre el dominio romano en tierra de Israel. Sin embargo había
en juego mucho más: si Jesús era realmente el Mesías esperado, entonces
seguramente se habría opuesto a los dominadores romanos. Por lo tanto la
pregunta, estaba calculada para desenmascararlo, o como una amenaza para el
régimen, o como un impostor.
“La respuesta de Jesús conduce hábilmente la cuestión
hasta un nivel superior, advirtiendo sobre el peligro de la politización de la
religión y la deificación del poder temporal, pero también ante la incansable
búsqueda de la riqueza. Quienes lo escuchaban tenían que comprender que el
Mesías no era César, y que César no era Dios. El reino que Jesús venía a
instaurar era de una dimensión absolutamente superior. Como respondió a Poncio
Pilato: “mi reino no es de este mundo”.
“Las narraciones de Navidad del Nuevo Testamento tienen el
objeto de expresar un mensaje similar. Jesús nació durante un “censo del mundo
entero”, querido por César Augusto, el emperador famoso por haber llevado la Pax
Romana a todas las tierras sometidas al dominio romano. Sin embargo este
niño, nacido en un oscuro y lejano rincón del imperio, estaba por ofrecer al
mundo una paz mucho más grande, verdaderamente universal en sus objetivos y
trascendente sobre cada límite de espacio y de tiempo.
Jesús se nos presenta como heredero del rey David, pero la
liberación que él trajo a su propia gente no significaba ahuyentar los
ejércitos enemigos sino vencer para siempre el pecado y la muerte.
El nacimiento de Cristo nos desafía a repensar nuestras
prioridades, nuestros valores, nuestro mismo modo de vivir. Y mientras la
Navidad es sin duda un tiempo de gran alegría, es también una ocasión de
profunda reflexión, más aun, es un examen de consciencia. Al final de un año
que ha significado privaciones económicas para muchos ¿qué cosa podemos
aprender de la humildad, de la pobreza, de la sencillez de la escena del
pesebre?
La Navidad puede ser el tiempo en el que aprendemos a leer
el Evangelio, a conocer a Jesús no solamente como el Niño del pesebre, sino
como aquel en el cual reconocemos a Dios hecho Hombre. Es en el Evangelio
donde los cristianos encuentran inspiración para toda su vida cotidiana y para
su participación en los asuntos del mundo -sea que esto suceda en el
Parlamento o en la Bolsa-. Los cristianos no deben escapar del mundo; por lo
contrario, deben comprometerse en él. Pero su participación en la política y en
la economía deben trascender cada forma de ideología.
Los cristianos combaten la pobreza porque reconocen la
dignidad suprema de cada ser humano, creado a imagen de Dios y destinado a la
vida eterna. Los cristianos trabajan por una repartición equitativa de los
recursos de la tierra porque están convencidos de que, en su calidad de
administradores de la creación de Dios, tenemos el deber de hacernos
responsables de los más pobres y de los más vulnerables. Los cristianos se
oponen a la avidez y a la explotación, convencidos de que la generosidad, y un
amor que se olvida de sí mismo, enseñados y vividos por Jesús de Nazaret, son
el camino que conduce a la plenitud de la vida. La fe cristiana en el destino
trascendente de cada ser humano implica la urgencia de la tarea de promover la
paz y la justicia para todos.
Debido a que tales fines son compartidos por muchos, es
posible una gran y fructífera colaboración entre los cristianos y los demás.
Sin embargo los cristianos, dan al César solamente aquello que es del César pero
no aquello que pertenece a Dios. Algunas veces a lo largo de la historia los
cristianos no han podido condescender a las solicitudes hechas por el César. Desde
el culto del emperador de la antigua Roma hasta los regímenes totalitarios del
siglo apenas transcurrido, el César ha tratado de ocupar el puesto de Dios. Cuando
los cristianos rechazan de inclinarse ante los falsos dioses propuestos en
nuestros tiempos no es porque tienen una visión anticuada del mundo. Por el
contrario, eso sucede porque están libres de ataduras ideológicas y son
animados por una visión tan noble del destino humano, que no pueden aceptar compromisos
con nada que lo pueda insidiar.
En Italia, muchas escenas de nacimientos están adornadas
con ruinas de los antiguos edificios romanos como fondo. Esto demuestra que el
nacimiento del niño Jesús marca el fin del antiguo orden, el mundo pagano, en
el que las reivindicaciones de César parecían imposibles de desafiar. Ahora hay
un nuevo rey que no confía en la fuerza de las armas, sino en la potencia del
amor. Él lleva la esperanza a todos aquellos que, como Él mismo, viven al
margen de la sociedad. Lleva esperanza a cuantos son vulnerables en las
fluctuantes fortunas de un mundo precario. Desde el pesebre, Cristo nos llama
para vivir como ciudadanos de su reino celestial, un reino que cada persona de
buena voluntad puede ayudar a construir aquí sobre la tierra.
Traducción: Patricia L. Jáuregui Romero / @pjuregui
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