Lectura
del santo evangelio según san Mateo 25,1-13
En aquel
tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los cielos se
parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al
esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar
las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas
de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se
durmieron. A medianoche se oyó una voz: "¡Que llega el esposo, salid a
recibirlo!" Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron
a preparar sus lámparas.
Reflexión
del Evangelio de hoy
Predicamos
a Cristo crucificado, sabiduría de Dios
El texto
es un acertado compendio de la singular teología de la cruz que nos lega Pablo
apóstol. Cierto que la cruz es un hecho desconcertante, no obstante es la
expresión definitiva de la fuerza salvadora de Dios. Desde este prisma hay que
leer toda la historia de los hombres, como asimismo es obligado procesar
nuestra predicación desde ese peculiar ángulo. Está más que acreditado que la
sabiduría de los hombres no ha sido capaz de salvar a nadie; por eso se
contrapone el hecho que la Palabra de Dios es fuente de salvación, sinónimo de
la verdadera sabiduría. Locura de la cruz que nada tiene que ver con la imagen
que griegos y judíos proyectan sobre Jesús de Nazaret, mas para los que en él
creemos es una elocuente imagen de Dios que dice mucho de la fidelidad de
Cristo, el que muere en la cruz vaciándose por el mundo sufriente y amando a
los suyos hasta más no poder. Por eso en el Jesús dolientemente solidario con
el sufrir humano Dios nuestro Padre declara su modo de ser y de obrar,
manifestando de este modo toda su sabiduría y todo el inmenso poder del amor.
Las
sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas
El telón
de fondo de esta parábola es una celebración nupcial tal como se hacía en
Israel en tiempos de Jesús; el último día, el novio con sus amigos se dirigía a
casa de la novia que esperaba con sus amigas. Si la negociación entre familias
con vistas al matrimonio se alargaba, la espera de la novia y sus acompañantes
también se dilataba. Al fin, cuando el novio llegaba, se formaba un solo cortejo
hacia su casa donde se celebraba el matrimonio y el banquete. El recado central
no marca el acento en si las muchachas previsoras fueron o no generosas con las
jóvenes descuidadas, ni si el novio se hacía esperar. Lo central es que cinco
de las jóvenes estaban preparadas, fueron previsoras, no lo dejaron todo para
el último momento ni improvisaron su alerta y alegre disposición; porque al
estar siempre dispuestas acompañaron al esposo en el momento preciso. Es una
excelente imagen del discípulo del Señor: el que espera con todo su equipaje
dispuesto, y reflexivo y prudente edifica su casa sobre roca. La fidelidad al
Señor y su Palabra en el tiempo que tenga que durar la espera es el mejor
síntoma de estar habilitado para cooperar en el proyecto del Reino de los
cielos. Es un gesto, además, de responsabilidad personal, pues no se puede
dilapidar todo el capital de nuestra esperanza entendiendo que ésta no se
procesa en clave de fidelidad y constancia creyente. El seguimiento de Jesús no
consiste en arrebatos más o menos intermitentes, sino en buscar el Reino de los
cielos y su justicia en cada instante de nuestra existencia, pues cada momento
es regalo y tiempo de Dios.
La
sabiduría de la cruz nos ayuda a vivir la fe con sensibilidad respecto a
nuestro mundo doliente ¿se implica la comunidad en este testimonio?
Fr. Jesús Duque O.P.
Convento de Santo Domingo de Scala-Coeli (Córdoba)
Convento de Santo Domingo de Scala-Coeli (Córdoba)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/31-8-2018/
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