martes, 7 de agosto de 2018

Evangelio del día, 07-08-2018 (Decimoctava Semana del Tiempo Ordinario, Año Par)

Lectura del santo evangelio según san Mateo 14,22-36
Después que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús, andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Jesús les dijo en seguida: «¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!»

Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua.»
Él le dijo: «Ven.» Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: «Señor, sálvame.» En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: «¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?» En cuanto subieron a la barca, amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él, diciendo: «Realmente eres Hijo de Dios.» Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Y los hombres de aquel lugar, apenas lo reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y trajeron donde él a todos los enfermos. Le pedían tocar siquiera la orla de su manto, y cuantos la tocaron quedaron curados.

Reflexión del Evangelio de hoy
Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios
El capítulo 30 de Jeremías se le llama el libro de la Consolación y trata de convencer de que el castigo ha sido merecido, pero que todo ha concluido. Se expresa la promesa de restauración dirigida originalmente a Israel.       
Se les dice: Yo cambiaré la suerte de las tiendas de Jacob, voy a compadecerme de sus moradas; reconstruirán la ciudad sobre sus ruinas. De ellas saldrán alabanzas y gritos de alegría.
Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios es una manera de establecer una nueva alianza. El reconocimiento mutuo entre Dios y el pueblo.
La imagen del castigo merecido está muy presente en el libro de Isaías, por los pecados de su pueblo. Habla de heridas incurables que el Señor va a cerrar.
Cuando uno está en situación de ruina, las heridas que se vuelven incurables florecen de manera alarmante. Sólo una operación o un buen remedio curativo harán cerrar la herida. Y es importante este tipo de intervenciones porque es necesario resurgir de las ruinas.
¿Por qué has dudado?
Esta es una pregunta que hemos de hacérnosla cuando caminamos entre aguas turbulentas, porque en cierta medida, se nos olvida mirar con qué fe damos los pasos que damos, a veces con atino otras veces con desatino.
El Evangelio de Mateo nos presenta a un Jesús caminando sobre las aguas turbulentas, Pedro quiere imitarle y por un momento lo consigue, pero el viento le hace dudar, y cae.
La fe en momentos de aguas turbulentas nos permite ver qué maravillas realizamos en nuestro caminar, somos capaces de muchas cosas: dar de comer a nuestros hijos con dignidad, sacar fuerzas de la debilidad de nuestras enfermedades, somos capaces de caminar nuevamente.
En la vida pasamos y vivimos por muchas circunstancias, pero no ha de extrañarnos los tiempos de prueba, no tienen nada de extraordinario. Las pruebas entran dentro de la dinámica vital del creyente. Entra dentro de la normalidad. Son algo necesario para el crecimiento y el conocimiento de Dios. La actitud ha de ser la de la alegría, cuando compartimos los padecimientos de Cristo.
Cuando todo lo realizamos con fe, y nos vemos cayendo como Pedro, alguien que nos admire nos dirá, ¿por qué has dudado? Si has llegado hasta aquí, por qué no continuar. Necesitamos de la ayuda de Jesús echándonos la mano para emerger de las aguas caudalosas. Eso ha de suceder de todas maneras, para poder concluir verdaderamente este es el Hijo de Dios.

Fr. Alexis González de León O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/7-8-2018/

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