Lectura del santo evangelio según san Mateo
13,47-53
En
aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de los cielos se parece también
a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena,
la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos
los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles,
separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será
el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto? Ellos les contestaron: «Sí.»
Él
les dijo: «Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un
padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.»
Cuando
Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.
Reflexión del Evangelio de hoy
En
manos del Alfarero
El
Señor, a través de Jeremías, quiere explicar cuáles son sus relaciones con su
pueblo, Israel. “Como está el barro en manos del alfarero, así estáis vosotros
en mi mano, casa de Israel”. Y si al alfarero le salía mal la vasija que estaba
haciendo, la volvía hacer… tal era el mimo que el alfarero ponía para que
la vasija quedase bien. Así es Yahvéh con su pueblo Israel. Las manos de
Yahvéh son buenas manos, puede y quiere hacer una buena vasija. Lo lógico es
que la vasija, el pueblo de Israel, se fíe de su Señor, se deje hacer, sea fiel
al compromiso de la alianza de amor que su Señor ha hecho con él. Mal camino el
ir detrás de otros dioses, caer en manos de otros dioses…siempre le irá peor.
Jesús
supo poner su vida en manos de su Padre. “Yo estoy en el Padre y el Padre está
en mí”. Y desde ahí vivió toda su existencia terrena. Cuando se vio ajusticiado
injustamente y sufrió el abandono de los suyos, siguió poniendo su vida en
Dios: “en tus manos, Padre, encomiendo mi espíritu”, y su Padre, no le abandonó,
le rescató de la muerte.
Nosotros,
los seducidos y emocionados por Jesús, queremos hacer lo mismo que él. Con
mucho gusto, queremos poner nuestra vida, nuestros días, nuestros afanes,
nuestros desvelos, nuestras luchas… nuestra persona en manos del mejor Alfarero
del barro humano que es Dios, nuestro Padre, sabiendo que también a nosotros,
al final, nos rescatará para siempre de la muerte.
Lo
mismo sucederá al final del tiempo
Jesús,
en su intento de ser bien entendido, instruye a sus oyentes con una escena
sacada de la vida diaria de aquella sociedad, donde muchos eran pescadores. El
punto fuerte de esta parábola está en la selección de la pesca. Los peces
buenos se recogen en cestos y los malos se tiran.
Así
será al final del tiempo. Lo malo no va a tener cabida. Cuando “Dios sea todo
en todos”, lo que se opone a Dios, el mal y todos sus hijos, serán echados
fuera. Jesús nos pide a sus seguidores que, eso que se va a realizar plenamente
al final, luchemos para que sea ya una realidad en nuestra tierra. Que
trabajemos para extirpar el mal de nuestros corazones y de la sociedad en la
que vivimos. Que el reino de Dios, Dios reinando en nuestro corazón, empiece a
ser una realidad en nuestra tierra antes de llegar a su plena realización
después de nuestra resurrección.
La
Beata Juana de Aza es la madre de Santo Domingo de Guzmán, fundador de los
dominicos. Los escasos trazos que han quedado de Juana, resaltan en ella la
compasión para los necesitados, generosidad y, sobre todo, profunda piedad.
Rasgos que heredó y vivió su hijo Domingo.
Fray Manuel Santos
Sánchez
Convento de Santo Domingo (Oviedo)
Convento de Santo Domingo (Oviedo)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/2-8-2018/
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