I Domingo de Adviento
NOVIEMBRE 26, 2019 04:00ESPIRITUALIDAD Y ORACIÓN
PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO
Ciclo A
Textos: Isaías 2, 1-5; Romanos 13, 11-14; Mateo 24, 37-44
Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología
Espiritual, profesor en el Noviciado de la Legión de Cristo en Monterrey
(México) y asistente del Centro Sacerdotal Logos en México y
Centroamérica, para la formación de sacerdotes diocesanos.
INTRODUCCIÓN AL CICLO A
Mateo será el evangelista que nos
acompañará en este ciclo A. El evangelio de Mateo, aunque no fue el primero en
escribirse, sin embargo, es el más completo y comentado y el que ha más influido
en la teología eclesial.
¿Qué
notas podemos sacar de este evangelio de Mateo?
Primero, en este evangelio abundan más las
palabras que los hechos. Segundo, todo el
evangelio de Mateo está como enmarcado por dos grandes afirmaciones o
confesiones cristológicas: Él es “el Dios con nosotros” (1, 23), y “Yo estoy
con vosotros”, una vez resucitado (28, 20). Tercero, Mateo abunda en
citas del Antiguo Testamento, pues quiere demostrar que Jesús cumple las
promesas del Antiguo Testamento, como el Mesías anunciado por los profetas. Cuarto,
Mateo habla de la Iglesia más que ningún otro evangelista, como el nuevo
Israel, el nuevo pueblo de Dios, ese Reino que Cristo ha inaugurado en la
Iglesia y se consumará en el cielo. Y finalmente, Mateo tiene
unos pasajes muy propios: la genealogía de Jesús, los relatos de la infancia,
algunas parábolas, el primado de Pedro, la escenificación del juicio final.
Resumamos
este tiempo litúrgico del Adviento. Preparación de nuestra alma y de nuestra
comunidad parroquial y familiar para la venida de Cristo en su triple
dimensión. Para conmemorar, sí, la venida histórica de Cristo en Belén y así
ganar de nuevo los frutos que el Señor nos trajo hace 21 siglos. Pero también
para prepararnos para la segunda venida gloriosa al final de los tiempos. Y sin
olvidarnos la otra venida diaria a través de la Eucaristía, de los demás
sacramentos y de mis hermanos, especialmente los pobres.
Adviento,
pues, tiempo de gracia. Nos ayudarán a vivir este tiempo el profeta Isaías,
Juan Bautista, Zacarías, Isabel, José y, sobre todo, María.
Idea principal: Despertaos y
caminad… se acerca la luz de nuestra salvación, Cristo.
Síntesis del mensaje: El Adviento es como un gran despertador de
Dios que la Iglesia nos pone en nuestra mesilla de noche para quienes están
medio adormilados, anestesiados por las mil preocupaciones y ocupaciones de
cada día. Con Cristo tendremos la tan anhelada paz que el profeta Isaías
profetó y por eso estamos alegres (1ª lectura y salmo). Debemos espabilarnos y
estar en vela, pues ya apunta el día del Sol sin ocaso, y tenemos que
revestirnos de Cristo (2ª lectura y evangelio).
Aspectos de esta idea:
En primer lugar, no
es fácil despertar de
tanto letargo y modorra. El mundo nos invita a sestear en la pereza, en la
tibieza o en los gustos y caprichos: preocupaciones en la familia, en el
trabajo, las mil tentaciones del mundo. Despertemos y
caminemos con los pies del alma (San Agustín) hacia Cristo que nos espera de
nuevo en Navidad trayéndonos la salvación (evangelio y 2ª lectura). Es un
camino hacia arriba: subamos con dignidad al monte del Señor (1ª lectura).
Quien no sube, inevitablemente desciende. ¿Qué me impide subir al monte del Señor:
pies atados, corazón apegado, voluntad desmotivada? Hay que estar preparados.
Con la casa en orden. Con aceite en las lámparas.
En segundo lugar, una
vez que despertemos y
caminemos con alegría al encuentro de Cristo, estemos con el corazón vigilante
pues en el camino hay ladrones que nos quieren robar nuestra fe, nuestra
esperanza y nuestra decencia (evangelio y segunda lectura). ¿Qué ladrones de
ordinario me acechan en mi vida cristiana: ladrones internos, ladrones
externos? Ahí nos esperan en la vuelta de la esquina: silbidos de sirenas,
carruseles de fiestas, orgías en francachelas.
Finalmente,
después de hacer la experiencia de Cristo en la oración y en los sacramentos,
experimentaremos los frutos de este encuentro con Cristo: estaremos revestidos
de Cristo (2ª lectura) y cosecharemos frutos suculentos (1ª y 2ª lectura):
seremos hombres de luz, de paz y de moral en nuestra casa, en nuestros
ambientes. ¿Qué frutos estoy ofreciendo de mi experiencia de Cristo?
Para reflexionar: pongamos las pilas de la gracia
a nuestro despertador, en el caso de que estén
gastadas, y marquemos bien la hora de levantarnos temprano para subir cada día
al monte de la oración y progresemos en las virtudes durante el día. Que en la
Navidad, Cristo nos encuentre preparados con la lámpara de la fe encendida y en
paz con todos. Encomendémonos a la Virgen del Adviento que es también la Virgen
de las Vigilias para que nos ayude a preparar el corazón para recibir a su Hijo
Jesús.
Para rezar: cantemos la famosa canción: “Ven,
ven, Señor no tardes, ven, ven que te esperamos; ven, ven, Señor, no tardes,
ven pronto, Señor. El mundo muere de frío, el alma perdió el calor, los hombres
no son hermanos, al mundo le faltas tú. Ven, ven, Señor, no tardes, ven, ven
que te esperamos, ven, ven, Señor, no tardes, ven pronto Señor”.
Zenit: Padre Antonio Rivero: "El adviento es un gran despertador"
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