Lectura
del santo evangelio según san Lucas 21,29-33
En aquel
tiempo, expuso Jesús una parábola a sus discípulos: «Fijaos en la higuera o en
cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que el verano
está cerca. Pues, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el
reino de Dios. Os aseguro que antes que pase esta generación todo eso se
cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán.»
Reflexión
del Evangelio de hoy
"Su
domicilio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin"
El leguaje
apocalíptico de Daniel, cargado de símbolos extraños para nuestra mentalidad
occidental, pero seguramente claros y evidentes en la sociedad judía a la que
iban dirigidos.
El
Apocalipsis de San Juan, escrito unos siglos más tarde, parece recordar
situaciones similares a las escritas por Daniel, el último de los profetas del
A. T.
En los
últimos versículos que leemos hoy se puede apreciar el anuncio de la llegada de
un Hijo de Hombre, al que se entrega todo el poder. La venida de Cristo parece
bien prefigurada en este fragmento. El inmenso poder que reflejan los
versículos precedentes como residente en el anciano, se entregan a Cristo, ante
el que se rendirán todos los poderes del mundo, incluido el de la cuarta fiera
terrible que es anulada y destruida por el poder que emana del Hijo de Hombre.
Cristo
que viene al mundo cuando los tiempos fueron cumplidos, viene humilde y
sencillo, acercando el poder de Dios al hombre, abajándose tanto que se despoja
de su divinidad para vivir como un hombre cualquiera. Toda la dignidad de Dios
aparece como un pequeño y débil niño, que nace, crece y morirá, como cualquier
ser humano. Pero este hombre, aparentemente indefenso, que va a morir a manos
de los hombres, trae, al recuperar su dignidad en la resurrección, la
dignificación, por pura voluntad suya y gratuitamente, del hombre. El ser
humano consigue así llegar a ser hijo adoptivo de Dios.
"Sabed
que está cerca el reino de Dios"
Y leemos
este breve y denso fragmento del Evangelio de San Lucas. Ciertamente a los que
hemos tenido la suerte de nacer en un entorno campesino, nos resultan
familiares estas imágenes que nos propone. Hemos visto las ramas de los árboles
y arbustos hinchadas, queriendo reventar; esperando un soplo de calor del sol
para vestir a la naturaleza de flores multicolores y de todos los matices
imaginables del verde. Sabíamos por esto que la primavera estaba llegando, que
los hielos se habían alejado.
Cuando
vemos esas señales que el mismo Jesús nos explica, debemos llegar a la
conclusión de que la primavera de la humanidad está llegando, que el Señor está
regresando y haciendo perfectas todas las cosas. Florecerá la primavera del
Reino y acabará el rigor invernal. Dolor, muerte, hambre, etc. desaparecen de
nuestro horizonte, y la luz de Dios amanecerá.
Ciertamente
nos asusta el lenguaje que describe los últimos días, pero debemos pensar que
las imágenes terroríficas que nos anuncian la llegada de la primavera, de la
inminencia del Reino de Dios, no pueden ser tomadas como signos de terror, sino
como lo que son: señales del regreso del Señor, del amigo que vuelve a
manifestarse al género humano, que vuelve a dar la mano al hombre liberándolo
de toda esclavitud.
El ciclo
se cierra, acaba el Tiempo Ordinario y estamos a punto de dar la bienvenida al
Adviento. Nuestras vidas tienen que seguir cambiando. La conversión no es cosa
de un día y ya está; al contrario, es cosa del día a día, de superar sucesivos
niveles hasta alcanzar la perfección, una perfección que solo alcanzaremos
cuando estemos en las manos de Dios. No nos creamos ya perfectos o terminaremos
siendo presuntuosos fariseos orando de pie. Seamos como el sencillo publicano
que conoce su necesidad de Dios y, en consecuencia, lo encuentra.
D. Félix
García O.P.
Fraternidad de Laicos Dominicos de Viveiro (Lugo)
Fraternidad de Laicos Dominicos de Viveiro (Lugo)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/29-11-2019/
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