Lectura del santo evangelio según san Lucas 20,27-40
En aquel tiempo,
se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le
preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su
hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a
su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin
hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron
sin
dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de
cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.»Jesús les contestó: «En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.»
Intervinieron unos
escribas: «Bien dicho, Maestro.»
Y no se atrevían a
hacerle más preguntas.
Reflexión del Evangelio de hoy
La muerte de Antíoco IV
Esta lectura nos
habla principalmente de la muerte del rey Antíoco IV, que hizo bastantes
campañas donde salió victorioso. Quiso también apoderarse de la ciudad llamada
Elimaida “famosa por su riqueza en plata y oro, con un templo lleno de tesoros.
Pero fracasó en su intento y fue vencido por los judíos.
El autor de este
libro de los Macabeos llena de contenido teológico la derrota y muerte de
Antíoco IV. “¡A qué tribulación he llegado, en qué violento oleaje estoy
metido, yo, que era feliz y querido cuando era poderoso! Pero ahora me viene a
la memoria el daño que hice en Jerusalén, robando todo el ajuar de plata y oro
que había allí, y enviando gente que exterminase a los habitante de Judea, sin
motivo. Reconozco que por eso han venido estas desgracias. Ya veis, muero de
tristeza en tierra extranjera”. Vemos cómo él mismo ha explicado la causa de su
muerte.
No es Dios de muertos, sino de vivos
La verdad es que
en el evangelio vemos, principalmente a las autoridades religiosas de los
judíos, poner diversas trampas a Jesús para cazarle en algún renuncio y
desprestigiarle. Pero Jesús siempre salió airoso de esas trampas.
Hoy son los
saduceos los que con el relato de la mujer que se ha casado con los siete
hermanos, después de la muerte de cada uno de ellos, le preguntan de quién será
la mujer cuando llegue la resurrección, creen tener seguro un argumento para
rechazar la resurrección.
Pero Jesús les
desmonta su razonamiento aludiendo a que “los que sean juzgados dignos de la
vida futura y de la resurrección de entre los muertos, no se casarán”. Invoca
también a Moisés en el episodio de la zarza cuando “llama al Señor: Dios de
Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob. No es Dios de muertos, sino de vivos,
porque para él todos están vivos”.
Con estos
argumentos le bastó a Jesús para responder a los saduceos. Bien sabemos que en
otros muchos pasajes del evangelio Jesús defiende con fuerza su resurrección y
la de todos sus seguidores. “Yo soy la resurrección y la vida el que me sigue
aunque muera vivirá para siempre”.
Fray
Manuel Santos Sánchez
Convento de Santo Domingo (Oviedo)
Convento de Santo Domingo (Oviedo)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/23-11-2019/
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