En el sínodo amazónico en octubre pasó algo increíble: Un
fanático católico ingresó en una iglesia, donde agarró tres imágenes, una que
representaba a la “Madre Tierra” (en el idioma de los incas: Pachamama), las
robó y las tiró al rio. Se filmaba en el acto (sin mostrar la cara obviamente)
y lo publicó en youtube.
¿Fue
aplaudido por un sector de la iglesia, que lo celebraba como un héroe, alguien
que defiende supuestamente a la verdadera fe.
Lo
que pasó fue un acto de fanatismo religioso con métodos violentos y criminales.
¿Qué diferencia hay con los talibanes y otros fanáticos islamistas? ¿A qué
nivel de intolerancia religiosa hemos vuelto a llegar?
Como
cristiano y seguidor de Jesús me distancio de estos “cristianistas” fanatizados.
Nadie nos da derecho, de destruir símbolos religiosos de la religión que sea.
Esto es intolerancia, fanatismo y vandalismo que repite los errores del pasado,
como si nada hubiéramos aprendido de la historia: la inquisición, las guerras
“santas”, la misión con la espada, el holocausto judío. Esto nunca hizo ni
quiso Jesús, es demoniaco, es aberrante. Da pena que existen católicos, que
aplauden a estos actos. Para mi este fanatismo es como un cáncer, que va
destruyendo a nuestra iglesia. Hay que distanciarnos con claridad de los
violentos y no permitir que contagien a todo el cuerpo de Cristo.
Pero
vamos al grano. Que ha pasado en los jardines vaticanos: Hubo una ceremonia
intercultural e interreligiosa amazónica. Indígenas cristianas que veneran a la
“Madre Tierra” no como Diosa, sino como creación por excelencia, hicieron un
ritual amazónico tipo “pago a la tierra”. Se le agradece a la tierra su cuidado
maternal para los hombres. Las estatuas eran más decorativas que objetos de
culto. Son ritos muy comunes en la amazonia y la región andina. No es
idolatría, sino es la espiritualidad y cosmovisión de otra cultura, que no se
opone a la fe cristiana. Y hasta en nuestra tradición cristiana europea hay un
San Francisco que llama a la tierra “nuestra hermana, la madre tierra”. Los
obispos amazónicos y el Papa Francisco están a favor de un dialogo
intercultural e interreligioso. Aquí lo tienen. Los críticos a esto los culpan
ahora de idólatras y apóstatas. Es muy curioso: Se creen los verdaderos
católicos, pero usan el mismo lenguaje de las sectas evangélicas más fanáticas.
La interculturalidad y el diálogo interreligioso en el mundo global de hoy son
una necesidad, si no vamos a sembrar la guerra y no la paz. Esta critica
demuestra una perspectiva eurocentrista que entendió nada, de lo que es la
inculturación del evangelio: valorar lo positivo en cada religión y no destruir
todo lo que es ajeno a mi tradición cultural y espiritual. Cuanto hay que
aprender todavía…
Caravelí, noviembre de 2019
Reinaldo Nann, Obispo.
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