Lectura
del santo evangelio según san Lucas 19, 1-10
En aquel
tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo,
jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente
se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a
una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al
llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque
hoy tengo que alojarme en tu casa.»
Él bajó
en seguida y lo recibió muy contento.
Al ver
esto, todos murmuraban, diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un
pecador.»
Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.»
Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»
Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.»
Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»
Reflexión
del Evangelio de hoy
Bien sabe
el Señor que sufro con gusto, por temor de Él
Ayer
comenzamos a leer el libro de los Macabeos, que nos va a acompañar durante toda
la semana. Después de ver la peligrosa situación por la que pasaba Israel
en el siglo II a. de C. muchos judíos cambiaron de costumbres y se vieron
obligados a adorar a dioses griegos. Sin embargo hubo otros judíos, celosos de
la Alianza, que permanecieron fieles a su fe hasta dar su vida por la Ley.
Hoy se
nos relata el heroísmo del escriba Eleazar: “uno de los principales maestros de
la Ley”, que no se dejó seducir por el mal. La compasión “ilegítima” que le
mostraron sus antiguos amigos, ahora con cargos influyentes, debido a que
cambiaron de cultura, no embaucó a un verdadero amante de la Ley, fiel a sus
tradiciones; y, “sin temer a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más”
(Lc 12,4), su fe creció ante la adversidad y corrió hacia el suplicio porque
sabía que Dios, “Dador de la vida”, no le iba a dejar sin recompensa; y
no solo a él, sino que también con su ejemplo sabía que iba a dejar su mejor
lección a los jóvenes e incluso a toda la nación.
Zaqueo,
baja enseguida porque hoy tengo que alojarme en tu casa
El Señor
busca dónde hospedarse. Él, que no tiene dónde reclinar la cabeza, encuentra en
un árbol -símbolo de la cruz- a alguien que le recibiera. Jesús camina hacia
Jerusalén por etapas y en la séptima se encuentra con Zaqueo. Acaba de sanar a
un ciego sentado al borde del camino y por ello, todo el pueblo alababa a Dios.
Esto no le restó libertad a Jesús para comer con un publicano. Él atravesaba la
cuidad –no tenía intención de pararse-; su fama era avasalladora y hasta el
jefe de los publicanos quiso verlo. Éste era un hombre rico, pero un poco
acomplejado porque era bajo de estatura y parece ser que poco sociable: “no
se abría paso entre la gente”; a pesar de sus riquezas, estaba
insatisfecho con su vida, no se arredró ante las dificultades y se expuso a
hacer el ridículo subiéndose a un árbol, porque ante todo, quería ver a Jesús.
Su deseo se vio colmado cuando Jesús hizo un alto en el camino y levantando los
ojos le llamó por su nombre. Él ha venido a salvar lo que estaba perdido y,
como Buen Pastor busca hasta en los árboles a la oveja perdida. Aquí el
pueblo murmura, pero a Jesús le urge la salvación: “Baja enseguida –le dice-
hoy ha llegado la salvación a esta casa”. El arrepentimiento de Zaqueo no fue
solo un acto de justicia: “devolver lo robado” sino de caridad. Jesús,
que no pone límite a los números, ve en el corazón de Zaqueo un acto de
generosidad y le felicita.
¿Quieres
que hoy se hospede Jesús en tu casa? ¿De qué árbol tienes que bajar? ¿Te
aminoran las dificultades? ¿Te sientes mirado por Jesús? ¿En tu corazón hay
desprendimiento? Zaqueo bajó muy contento. Zaqueo recibió el mayor tesoro.
Zaqueo encontró la felicidad.
Monasterio Ntra. Sra. de la
Piedad - MM. Dominicas
Palencia
Palencia
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/19-11-2019/
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