Lectura
del santo evangelio según san Lucas 14,12-14
En aquel
tiempo, dijo Jesús a uno de los principales fariseos que lo había invitado:
«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos,
ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote,
y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y
ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.»
Reflexión
del Evangelio de hoy
Al tratar
de reflexionar sobre el evangelio de este día, creo interesante destacar dos
aspectos que me suscita esta lectura de Lucas. El primero es un tanto
periférico, pero nos ayuda a comprender mejor la figura de Jesús y el mundo que
le rodea.
Los
fariseos los vemos casi siempre como enemigos de Jesús. Es verdad que Él los
increpa con frecuencia, sobre todo cuando percibe en ellos hipocresía. También
el hecho de que se consideren justos, por encima de todos y se permitan mirar
con indiferencia, a los que no son de su casta. Según ellos no conocen la ley
y, por lo mismo, no son dignos de entrar en ese círculo privilegiado del que
ellos forman parte. Algo demasiado humano, por desgracia, pero que
contradicen los principios básicos del mensaje de Jesús. Por otra parte,
estos fariseos son los que buscan siempre motivos para denunciarlo ante las
autoridades religiosas de Israel.
Hay, sin
embargo, otra serie de fariseos que le escuchan con gusto, saben ver en Él algo
que los descoloca. Ven que las multitudes lo siguen con gusto y alaban su
forma de dirigirse a los oyentes. Lo hace con autoridad. Incluso hay uno que lo
visita de noche, buscando pasar inadvertido.
Por eso
no es del todo sorprendente que ese fariseo importante, lo haya invitado a
comer. No sabemos el motivo, pero parece claro que es alguien que lo valora, ya
que invitar a comer es un gesto significativo de cercanía. Entonces, más que
ahora, invitar a alguien a una comida era manifestar consideración hacia el invitado.
Como
siempre, Jesús acepta. Él no hace acepción de personas, ya que todo momento es
bueno para predicar el Reino. Y así lo hace. Jesús es asertivo y no le cohíbe
ninguna situación porque busca anunciar la Buena Nueva en todo tiempo y lugar.
Hay un
segundo aspecto que hay que destacar. Curiosamente, al concluir la comida,
Jesús se dirige al fariseo para hacerle llegar un mensaje. Como ocurría
entonces, y como sigue ocurriendo hoy, las invitaciones solían hacerse como
forma de agregar a personas a su propio círculo; por lo mismo se invitaba a
quien podía invitarte a su vez. Si era un fariseo importante, sus invitaciones
estarían en la misma línea de su condición.
Sorprendentemente
Jesús le hace una sencilla consideración. Y habla del amor gratuito, un amor
que da sin esperar nada a cambio. De nuevo, pone sobre la palestra un tema muy
presente en su enseñanza: los pobres, los enfermos, los necesitados. Estos son
los que deben ser invitados. Ellos no pueden devolver nada porque nada tienen.
Ese gesto manifiesta un modo de entender por dónde se va abriendo el camino del
Reino.
La
gratuidad es uno de los atributos de Dios. Él da sin esperar nada a cambio y
ama siempre. Cultivarla es un modo de ser auténticos hijos suyos. Y es a lo que
invita Jesús cuando destaca que todas esas personas necesitadas, carentes de
bienes, son quienes merece la pena tener presentes a la hora de convidar a la
mesa. Son los necesitados a los que hemos de invitar porque es una forma de
compartir, aunque nunca puedan devolvernos ese gesto.
¿Cómo
caería esa enseñanza de Jesús en la vida de aquel fariseo importante? ¿Cómo
caerá en nuestra vida? ¿Resbalará o la incorporaremos a nuestra vida? Eso es ya
nuestra decisión.
Fray Salustiano Mateos Gómara
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
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