Lectura
del santo evangelio según san Lucas 12, 35-38
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Tened ceñida la cintura y encendidas las
lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la
boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el
señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará
sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de
madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.»
Reflexión
del Evangelio de hoy
Más
desbordante fue la gracia
San Pablo
nos confronta en este texto con la responsabilidad personal y nos encara con el
ejercicio de la propia libertad. Responsabilidad hace referencia a respuesta.
Responder de uno mismo y ante uno mismo, ante los demás y ante Dios, sin
medianías. Con frecuencia, nos enredamos en justificaciones que nos exoneran de
esta coherencia profunda y permanente. Nos escudamos en que uno sólo no puede
nada. Decimos y nos decimos que quién soy yo para tener tales o cuales
pretensiones. La disculpa, la autojustificación y la cobardía sabemos que están
presentes desde el mismo origen del mundo, también en el propio inicio y
esencia.
No fue
éste el planteamiento de Jesucristo. En el mismo proceso de su crecimiento
personal, se percibe la maduración que va de que todos vean la luz que uno ve,
a tratar de caminar al paso de esa luz. La fecundidad de la vida no se
cifra en los hechos más o menos gloriosos que realizamos o lo relevante de la
huella que forjamos en la historia. No. La fecundidad y el sentido de la
existencia se cifra en la autenticidad con la que acogemos el don de amor que
se nos ofrece, la honestidad con la que intentamos darle forma en lo concreto y
la fortaleza para asumir las consecuencias que pueda conllevar. Acoger y
brindar el don sin detener su curso, éste es el punto.
Sólo uno
mismo puede hacer la diferencia, con el noble ejercicio de su libertad para la
bondad o la des-gracia. Sólo unificados permanecemos en pie y ponemos límite a
la tiniebla. En comunión acrecemos la fortaleza necesaria para no decaer en la
esperanza. Porque no hay medida comparable al derroche de vida que nos brinda
Jesucristo, el Uno, porque lo asumió todo; el Único, porque nos abrió el
camino.
Dichosos
los que velan
En
perfecta armonía con el texto de la primera lectura y con la necesaria
disponibilidad que entonamos en el salmo, el evangelio nos brinda la clave para
permanecer en la responsabilidad: vivir atentos.
Velar no
tiene nada que ver con una actitud preventiva o desconfiada, bien al contrario,
consiste en la atención serena de quien se sabe en camino, de quien desconoce
los tiempos y los modos, pero sabe en quién ha descansado la confianza. Esta
atención sostenida cristaliza el deseo y lo anticipa.
Velar
conlleva estar preparados y despiertos, en esto consiste la ascesis primera del
discípulo. Para lograrlo es imprescindible una dinámica corporal, un anclaje
psicológico y una tensión espiritual.
Precisamos
atención y cuidado de cada una de las dimensiones que nos integran, es lo
primero de lo que hemos de hacernos cargo. Cuidar el cuerpo, afirmar la
conciencia de que somos corporeidad y no hacer uso de ella como si de un
apéndice se tratase. Cultivar unos hábitos saludables que no erosionen nuestra
psique. Frecuentar la dimensión profunda del ser para renovar la conciencia de
creación, filiación y comunión.
El texto
se sitúa en un ambiente esponsal, de reciprocidad, pero afirma que la venida
del Señor es segura. Lo sabemos en el plano racional, pero necesitamos que las
entrañas vibren y gocen por este motivo. También pone de relieve una espera
acompañada: los hermanos nos ayudan a no decaer, nos espabilan cuando es
necesario y garantizan que, al menos, alguien esté despierto.
La
vigilia acompaña a quien no lo tiene todo resuelto o contestado, a quien por
oficio busca porque ha sido buscado primero.
Interesante
el detalle que sitúa al criado “dentro”. Vivir atentos es lo
propio de quien ya está en casa, del discípulo que se fragua en el silencio y
goza de intuir al que ama. Sabe que cada instante lo merece todo.
Sor Miria de Jesús Gómez O.P.
Monasterio de Valdeflores. Viveiro (Lugo)
Monasterio de Valdeflores. Viveiro (Lugo)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/22-10-2019/
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