Lectura
del santo evangelio según san Mateo 13, 24-30
En aquel
tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente:
«El reino
de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero,
mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y
se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la
cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: "Señor, ¿no
sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?" Él les
dijo: "Un enemigo lo ha hecho." Los
criados le preguntaron:
"¿Quieres que vayamos a arrancarla?" Pero él les respondió: "No,
que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer
juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores:
'Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo
almacenadlo en mi granero'."»
Reflexión
del Evangelio de hoy
“Haremos
todo lo que diga el Señor”
Nos encontramos
con el relato del rito de la alianza de Dios con su pueblo. Una alianza
preparada en el monte Sinaí entre Dios y Moisés, el mediador del pueblo. Una
alianza en la que había un compromiso por ambas partes: “Yo seré vuestro Dios y
vosotros seréis mi pueblo”. En el Sinaí Dios le entregó a Moisés los
mandamientos que el pueblo tendría que cumplir, empezando por el de “No tendrás
otros dioses frente a mí”.
Ahora
Moisés relata a todo el pueblo presente la alianza que Dios le había propuesto
y los mandamientos que debían guardar.
La
aceptación de esta alianza del pueblo con Dios se ritualiza. Moisés puso todas
la palabras del Señor por escrito, levantó un altar y doce piedras, mandó a
unos jóvenes ofrecer sacrificios de vacas como sacrificio de comunión, con la
mitad de la sangre de de ellos roció el altar, leyó al pueblo todas la palabras
del Señor. Y el pueblo las aceptó con gozo: “Haremos todo lo que manda el
Señor y lo obedeceremos”. La alianza queda sellada con la sangre que Moisés
derramó sobre el pueblo: “Esta es la sangre de la alianza que hace el Señor con
vosotros, sobre todos estos mandatos”.
Los
cristianos contemplando esta alianza antigua no podemos menos de recordar y
actualizar la alianza que Jesús hizo con toda la humanidad, sellada con son su
cuerpo entregado y su sangre derramada.
El trigo
y la cizaña
El mal,
el misterioso y potente mal, sigue presente en nuestra sociedad y en el corazón
de cada uno de nosotros. ¡Cómo nos gustaría que en nuestro corazón no existiese
más que trigo, el bien, la bondad! Pero nos encontramos que también habita en
él el mal, la cizaña. La vida humana, la vida cristiana no es más que el
combate para que la bondad venza siempre a la maldad, el trigo no deje crecer a
su alrededor la cizaña. Porque el mal nos hace mucho daño a nosotros y a los
demás y no nos deja disfrutar de la felicidad y el gozo de vivir que todos
tanto deseamos.
Para eso
ha venido Cristo hasta nosotros. Trata de adueñarse de nuestro corazón
ofreciéndonos su amor para que él sea el que guíe y dirija nuestros pasos. Como
Cristo, que es Dios, es Amor, nos guiará siempre por las sendas del amor. El
nos llevará por el camino verdadero que conduce a la vida, a vivir la vida con
sentido, con alegría, con esperanza. En nuestra lucha por erradicar la cizaña,
el mal, acudamos una y mil veces a Jesús, el que venció para siempre el mal.
Fray
Manuel Santos Sánchez
Convento de Santo Domingo (Oviedo)
Convento de Santo Domingo (Oviedo)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/27-7-2019/
No hay comentarios:
Publicar un comentario