Lectura
del santo evangelio según san Mateo 10,16-23
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «Mirad que os mando como ovejas entre
lobos; por eso, sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas. Pero no
os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las
sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así
daréis testimonio ante ellos y ante los
gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis
de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que
tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro
Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los
maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los
matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se
salvará. Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra. Porque os aseguro que
no terminaréis con las ciudades de Israel antes de que vuelva el Hijo del
hombre.»
Reflexión
del Evangelio de hoy
No temas
bajar a Egipto, (salir de tus ámbitos de comodidad), Yo Tu Dios, bajaré contigo
El
episodio que nos narra esta lectura, es la subida de Jacob a Egipto, y el
reencuentro con su hijo José. Este, favorito de su padre por su bondad, suscita
la envidia y la condena de sus hermanos que planean su muerte. Pero para no
manchar sus manos con sangre fraterna, lo venden a una caravana ismaelita de
viaje a Egipto. Ante Jacob su padre, presentan sus ropas manchadas de sangre
para justificar su desaparición. La sequía y la hambruna en Canaán hacen que
Jacob envíe a sus hijos a Egipto donde conseguir grano, para soportar los malos
tiempos. Allí gobierna José, favorito del faraón, que reconoce y perdona a sus
hermanos, y provee para ellos y su padre ubicarlos en las tierras de Gosem.
Aquí comienza el relato de nuestra lectura. Y vemos a un Jacob, creyente que
pone su destino en manos de Dios, y recibe de Dios la bendición de su fidelidad.
”No temas bajar a Egipto, porque allí te convertiré en un pueblo numeroso. Yo
bajaré contigo a Egipto y yo te haré subir...” Es un episodio de confianza en
las manos de Dios y de seguridad de que los destinos de Dios se hacen presentes
en los aconteceres de nuestras vidas. El Dios de las promesas, el Señor de
nuestros Padres, cuida de Jacob igual que salvó a José, porque cuida de su
pueblo y mantiene su alianza con Israel. Una alianza que se cumple en el
tránsito, en el deambular, siguiendo los caminos del Señor, confiando en que
allí donde el pueblo acampa, allí se hace presente la mano de Dios, que
continuará en un Éxodo de 40 años y en la historia sucesiva de su Pueblo.
No os
preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis, el Espíritu de vuestro
Padre hablará por vosotros
En este
fragmento del discurso apostólico de Mateo, se nos predicen unas dificultades
extremas. Recogen un pequeño apocalipsis de Mateo que nos transmite el sentir
de Jesús de que su reinado se cumpliría en un tiempo cercano. Un mensaje de la
realización del Hijo del Hombre que ha venido a manifestar la gloria de Dios y
el juicio para este mundo. Jesús ya les había anunciado a sus discípulos que su
suerte no sería diferente de la del Maestro. “Si a mí me han perseguido, también
a vosotros os perseguirán”. Mateo refleja aquí este pensamiento de la iglesia
primitiva que espera la llegada cercana del Reino, recordando las promesas de
Jesús. Una venida que exige conversión, desprendimiento, confianza y fe en el
Señor. No serán tiempos fáciles ni circunstancias llevaderas. Habrá que
afrontar cualquier dificultad que se presente, cualquier persecución, infamia o
traición, incluso de los más allegados. Pero animados por la fe y la certeza de
que el Espíritu se hará presente y pondrá en sus bocas las palabras y las
defensas más idóneas para testimonio del Padre. Aunque la perspectiva no es
halagüeña ni seductora, la fuerza de la fe en Jesús hace que la comunidad
reciba estas palabras con la esperanza de ver pronto al Señor. No importan los
percances momentáneos ni las dificultades diarias, porque saben que cuentan con
la fuerza del Espíritu. El Dios que ha permanecido fiel y presente con sus
promesas, sigue actuando en el Espíritu del Señor. La comunidad primitiva
mantenía y celebraba esta fe en la llegada inminente del Hijo del Padre y lo
recordaba en sus reuniones. Y con la esperanza de participar en la beatitud del
futuro reinado de Dios, vivían el arrepentimiento ante el juicio inminente, y
cobraban coraje para afrontar el sufrimiento previsto y valor para orar
esperanzados al Dios de la promesa. La visión escatológica se difuminó con el
transcurrir del tiempo, pero el espíritu de fe, conversión y esperanza
permanecen como signo vivo de la Iglesia peregrina que espera unos cielos
nuevos y una tierra nueva que hagan presente el reinado de Dios ya.
¿Cómo
trasmitimos esta alegría y confianza de tener el amor del Padre que nos obliga
a llamarnos y ser hermanos en el Señor?
En medio
de las dificultades podemos encontrar siempre al Señor, que vivió nuestras
flaquezas y sufrió el rechazo social.
D. Oscar Salazar, O.P.
Fraternidad de Laicos Dominicos de San Martín de Porres (Madrid)
Fraternidad de Laicos Dominicos de San Martín de Porres (Madrid)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/12-7-2019/
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