Lectura
del santo evangelio según san Mateo 19,27-29
En aquel
tiempo, dijo Pedro a Jesús: «Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido;
¿qué nos va a tocar?»
Jesús les
dijo: «Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente
en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os
sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel. El que por mí
deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá
cien veces más, y heredará la vida eterna.»
Reflexión
del Evangelio de hoy
Celebramos
hoy a san Benito, figura clave para el monaquismo occidental al inicio del
siglo VI. Concretó el compendio de su Regla en el lema “Ora et labora” que
recuperó para la ascética cristiana la articulación que se da en el Evangelio
entre la contemplación y la acción. El papa Pablo VI lo declaró en 1964 patrono
principal de Europa.
Elogio de
la prudencia
La
primera lectura rememora a san Benito en la virtud de la prudencia, con
palabras que el libro de los Proverbios pone en boca del maestro de sabiduría.
Indican que el camino hacia la prudencia lo integran: aceptar las palabras de
Dios, conservar sus consejos, prestar oído a la sensatez, invocar a la
inteligencia, buscarla como un tesoro… Y la meta: «comprenderás lo que es temer
al Señor y alcanzarás el conocimiento de Dios». Solo con los hilos que trenzan
la virtud de la prudencia alcanzaremos la contemplación (Ora).
Pero no
es nuestra iniciativa, esfuerzo y cualidades lo que hace que alcancemos la
meta. También es parte de la prudencia comprender que es de Dios de quien
proceden la sensatez y la inteligencia; es Él quien da el acierto y protege
como escudo a quienes se conducen rectamente; Él es el custodio de esa
rectitud. Si dejamos la iniciativa a Dios «podrás comprender justicia, derecho
y rectitud, el camino que lleva a la felicidad» y entenderemos cuáles son las
obras buenas en las que emplearnos (Labora).
No solo
la vida monástica y la vida consagrada están llamados a la contemplación y el
conocimiento de Dios, a actuar con justicia y derecho. Todos los cristianos
tienen una buena referencia en la vida monástica de san Benito. De hecho, es
creciente el interés de los laicos por la oración, la lectura orante de la
Biblia, la justicia, la solidaridad, el aprecio por los bienes más importantes
en el seguimiento de Cristo. Todos debemos mantener una actitud de
discernimiento sobre lo que es recto, justo y adecuado.
La
recompensa de los prudentes
El
desprendimiento a que nos llama el texto del evangelio escogido para esta
fiesta complementa muy bien a la prudencia.
Dejar
todo y poner la confianza en Jesús tenía, para Pedro, un buen mérito. Con
razón, porque acababa de presenciar cómo Jesús le pedía eso a un joven rico que
no se atrevió a dar el paso. A ese propósito Jesús les comentó la dificultad de
que un rico entre en el reino de Dios, aunque para Dios todo es posible.
Es
entonces cuando Pedro asegura y pregunta: «Nosotros lo hemos dejado todo y te
hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?». La respuesta de Jesús apunta al final de
los tiempos, pero no se desliga del presente. Llegará el momento en que «los
que me habéis seguido» tendrán el poder de regir a todo Israel. Y quien haya
dejado algo por él, «recibirá cien veces más y heredará la vida eterna».
El pasaje
evangélico del joven rico ha inspirado formas radicales de seguimiento de
Jesús: la monacal de Benito, el estilo pobre de Francisco de Asís, y ha
inspirado en la Iglesia la idea de los “consejos evangélicos”. Estos no son de
obligado cumplimiento para todos. Sin embargo, impedir que los bienes
materiales se conviertan en un obstáculo para el seguimiento de Jesús no es
opcional para un cristiano.
Por esa
razón, la promesa de Jesús de la plenitud de la vida (eterna), anticipada ya en
la vida presente, se amplía a todos los que se han desprendido y le han
seguido, a todos los creyentes, y lo hace en proporción inimaginable.
Nadie
tiene asegurado el puesto en el reino de Dios, pero todos estamos llamados a
conducir nuestras vidas con prudencia y a seguir a Jesús dejando lo que sea
necesario, en la confianza de que Dios es siempre sorprendente al respondernos
¿qué nos va a tocar?
Fray José Antonio Fernández de
Quevedo
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/11-7-2019/
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