Lectura
del santo evangelio según san Mateo 11,20-24
En aquel
tiempo, se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho casi todos
sus milagros, porque no se habían convertido: «¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti,
Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras,
hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de
sayal y ceniza. Os digo que
el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú,
Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno. Porque si en Sodoma
se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy. Os digo que
el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti.»
Reflexión
del Evangelio de hoy
“Lo he
sacado del agua”
Este
relato bíblico es muy conocido, y esto es importante a la hora de
querer profundizar en los textos, ya que el conocerlos en su literalidad
nos capacita para pasar después a hacer que la Palabra tenga cabida en nosotros
desde una reflexión más profunda. Dice al respecto Benedicto XVI apoyándose en
Hugo de San Víctor: “Es necesario primero el conocimiento de los textos
en su literalidad; después el sentido analógico y por último el moral para
saber lo que se nos narra”.
Desde estas
claves de interpretación, toda lectura reflexiva de la Sagrada Escritura está
garantizada en sintonía con la Iglesia; es la manera más acertada para llegar a
descubrir y saber lo que Dios quiere decirnos en cada momento. Por eso se hace
necesario que antes de descubrir el valor simbólico conozcamos de verdad lo que
se nos narra.
El texto
que hoy comentamos pasa enseguida a situarnos en la preparación de la “cesta”
que la madre de Moisés fabrica como medio para que el niño haga la travesía del
Nilo. Cesta en hebreo significa “Teba”, una palabra que es utilizada en la
Biblia con referencia al arca de Noé. Los verbos aparecen uno tras otro;
podemos fijarnos en el verbo “observar”, porque la hermana del niño, desde la
distancia, “quería ver en qué paraba todo aquello”. Posteriormente nos
encontramos que la hija del Faraón es conmovida al ver al niño, es decir,
sintió compasión por él y se conmovió ante su llanto. Y así podríamos ir
desgranando los verbos.
Hay todo
un simbolismo en el relato: Moisés emprende un viaje por las aguas con destino
nada menos que hacia el palacio y corte del faraón, el mayor enemigo de los
hebreos. Pero, paradójicamente, en este lugar impensable, Moisés estará a
salvo. Sabemos también que la cesta fue, por así decir, abandonada a la deriva
para flotar al lugar donde Dios la había conducido.
Allí, en
la corte faraónica, posteriormente Moisés recibiría una formación, una cultura
que le haría capaz un día de llevar a cabo un puesto o cargo directivo entre
los suyos, es decir, el pueblo hebreo. Y el texto termina con la huída de
Moisés hacia Madián tras haber sido sorprendido matando al egipcio.
¿Qué
criterio de aplicación podríamos darnos sobre este relato? Porque hay muchas
cosas que inciden en nuestra vida: habiendo sido sacados de las aguas
turbulentas del pecado, Dios nos ha ido conduciendo hacia Él mismo. Con la
frescura y limpieza de las aguas bautismales, somos conducidos no
hacia un lugar, sino a un estado de gracia que nos introduce en la vida misma
de Dios. Dios en Jesucristo se ha conmovido de compasión por la humanidad que
camina a la deriva; le ha salido al paso acogiendo a cada ser humano para
introducirlo en su intimidad. Moisés fue sacado del agua por la hija del
faraón, nosotros somos sacados del pecado por el mismo Cristo para ser
introducidos en el Cielo.
“No se
habían convertido”
En el
Evangelio de hoy, Jesús parece adoptar un lenguaje duro y despectivo: “¡Ay
de ti Corazaín! ¡Ay de ti Betsaida! Si en Tiro y Sidón se hubieran hecho los
milagros que en vosotras, hace tiempo se habrían convertido”.
Jesús
esperaba resultados de su misión, de ahí su condena al orgullo y arrogancia
humana, que son las que bloquean el plan de su mensaje; por eso es fuerte al
corregir el orgullo e hipocresía.
Recrimina
a aquellas ciudades donde se había volcado realizando casi la totalidad de sus
milagros. Tiro y Sidón en el pasado fueron enemigas de Israel, maltratando al
pueblo de Dios. Con todo, Jesús apunta claramente que Corazaín y Betsaida son
peores que Tiro y Sidón e incluso que la propia Sodoma, indicándoles que si en
ellas se hubieran dado los milagros obrados por Él, se habrían convertido y eso
que Sodoma era símbolo de la maldad más perversa. Jesús daba incluso la
posibilidad de seguir existiendo a Sodoma, si en ella se hubieran dado los
milagros de los que fueron testigo Corazaín y Betsaida.
Jesús
manifiesta su dolor a estas ciudades con un deje de amargura y tristeza.
¿Provocan nuestras actitudes en Él un dolor semejante?
Dentro
del contexto en que Jesús se expresa, ¿cuáles podrían ser las frases que atraen
nuestra atención para hacer la aplicación práctica de este pasaje evangélico a
nuestra vida? ¿No experimentamos el obrar de Dios sobre nosotros como un
milagro? Nuestro mismo despertar cotidiano, ¿no es un verdadero milagro del
Dios conservador de la vida? Porque muchos son los que duermen y no vuelven a
despertar.
María, en
su advocación del Monte Carmelo cuya memoria litúrgica hoy celebramos, haga que
nuestro corazón se abra a la acción del Señor sobre nosotros, para ser ciudades
que acogen el mensaje salvador de su Hijo.
Monjas Dominicas Contemplativas
Monasterio de (Trujillo)
Monasterio de (Trujillo)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/16-7-2019/
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