miércoles, 7 de febrero de 2018

Evangelio del día (07-02-2018)

Lectura del santo evangelio según san Marcos 7,14-23
En aquel tiempo, llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Cuando dejó a la gente y entró en casa, le pidieron sus discípulos que les explicara la parábola. Él les dijo: «¿Tan torpes sois también vosotros? ¿No comprendéis? Nada que entre de fuera puede hacer impuro al hombre, porque no entra en el corazón, sino en el vientre, y se echa en la letrina.»
Con esto declaraba puros todos los alimentos. Y siguió: «Lo que sale de dentro, eso sí mancha al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.»


 Reflexión del Evangelio de hoy
Dios es alabado en la sabiduría y la justicia de nuestras obras
En este pasaje del libro de los Reyes, se nos narra la visita de la reina de Saba, atraída por la fama del rey Salomón. Ella conoce su fama y quiere ponerlo a prueba para conocer los secretos del éxito de su reinado. Cuando el protocolo real le permite verlo, siente la rectitud de Salomón y el alto grado de satisfacción en su reino. Contagiada por el espíritu de unidad del Pueblo, proclama la mayor alabanza: “Bendito sea el Señor tu Dios, que por el amor eterno que tiene a Israel, te ha elegido para colocarte en el trono… y para que gobiernes con justicia”. El éxito es de nuestro Dios, que obra a través de nuestras buenas obras. Es Yahvé quien protege y cuida de su pueblo y le da los espacios de bienestar. Salomón significó el momento de mayor gloria del reino de Israel y el paradigma del buen gobierno y de la sabiduría. Y en su reinado se construyó el Templo, lugar de referencia permanente de la presencia de Dios en medio de su pueblo.
Tener la perspectiva de la voluntad divina, en nuestra forma de actuar, hace que nuestro comportamiento sea un reflejo de la sabiduría de Dios. Consigue que nuestros actos estén más cerca del amor del Padre y sirvan de alabanza a Dios para aquellos que nos miran o aceptan nuestra misericordia. Obrar con sabiduría es proyectar la voluntad de Dios en medio de nuestra vida, hacer que su plan salvífico se cumpla y logremos hacer presente su Reino entre nosotros.
Servir al Señor de corazón, sin reservas ni mediocridades
Y Jesús en este evangelio de Marcos nos da algunas pautas para conseguir esa sabiduría de Dios. Cuando unos fariseos y letrados, venidos de Jerusalén, acusan a los discípulos de impureza por comer sin lavarse las manos, Jesús los defiende. No es lo que viene de fuera lo que mancilla el alma, sino lo que sale del corazón. Jesús vuelve a reivindicar el cumplimiento devoto y sincero de la voluntad de Dios. El verdadero sentido de la ley y la palabra de Dios es lograr la conversión de nuestros corazones hacia la misericordia y el amor. La ley de Dios exige un comportamiento recto y justo, pero sobre todo, un corazón dispuesto y generoso que irradie el amor de Dios y su justicia en todos nuestros actos. Esa es la pureza que Dios nos pide. Y Jesús rechaza las obras que embrutecen nuestra alma: “los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad… Todos esos pecados que pergeñan la historia de la humanidad y nuestra propia historia. Hemos evolucionado poco en afianzar la buena nueva del evangelio. Estamos más involucrados en las controversias y argumentarios de este mundo que en buscar el sentido profundo de nuestra vida, las relaciones definitivas que nos dirigen hacia la voluntad de Dios en nuestro actuar. Somos cicateros en nuestra generosidad, tristes en nuestra religiosidad, y olvidadizos con el compromiso de amor al prójimo. Dios es ese otro que tiene necesidad, que está enfermo, que está afligido  o triste, que precisa acogida, que está sin patria ni pertenencias. La misericordia que Dios nos pide supera el decálogo del cumplimiento de la Ley. “Si quieres ser perfecto…., es la perspectiva de la sabiduría y la voluntad de Dios para cada uno de nosotros.
Pidamos a Dios que nos dé esa fuerza, y esa limpieza de espíritu para reflejar en nuestros actos la presencia del Espíritu en nuestra vida.

D. Oscar Salazar, O.P.
Fraternidad San Martín de Porres (Madrid)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/7-2-2018/


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