Lectura del santo evangelio según san
Marcos 7,14-23
En
aquel tiempo, llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchad y entended
todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de
dentro es lo que hace impuro al hombre. El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Cuando dejó a la gente y entró en casa, le pidieron sus discípulos que les explicara la parábola. Él les dijo: «¿Tan torpes sois también vosotros? ¿No comprendéis? Nada que entre de fuera puede hacer impuro al hombre, porque no entra en el corazón, sino en el vientre, y se echa en la letrina.»
Cuando dejó a la gente y entró en casa, le pidieron sus discípulos que les explicara la parábola. Él les dijo: «¿Tan torpes sois también vosotros? ¿No comprendéis? Nada que entre de fuera puede hacer impuro al hombre, porque no entra en el corazón, sino en el vientre, y se echa en la letrina.»
Con
esto declaraba puros todos los alimentos. Y siguió: «Lo que sale de dentro, eso
sí mancha al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos
propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias,
fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas
maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.»
Reflexión del Evangelio de hoy
Dios
es alabado en la sabiduría y la justicia de nuestras obras
En
este pasaje del libro de los Reyes, se nos narra la visita de la reina de Saba,
atraída por la fama del rey Salomón. Ella conoce su fama y quiere ponerlo a
prueba para conocer los secretos del éxito de su reinado. Cuando el protocolo
real le permite verlo, siente la rectitud de Salomón y el alto grado de
satisfacción en su reino. Contagiada por el espíritu de unidad del Pueblo,
proclama la mayor alabanza: “Bendito sea el Señor tu Dios, que por el amor
eterno que tiene a Israel, te ha elegido para colocarte en el trono… y para que
gobiernes con justicia”. El éxito es de nuestro Dios, que obra a través de
nuestras buenas obras. Es Yahvé quien protege y cuida de su pueblo y le da los
espacios de bienestar. Salomón significó el momento de mayor gloria del reino
de Israel y el paradigma del buen gobierno y de la sabiduría. Y en su reinado
se construyó el Templo, lugar de referencia permanente de la presencia de Dios
en medio de su pueblo.
Tener
la perspectiva de la voluntad divina, en nuestra forma de actuar, hace que
nuestro comportamiento sea un reflejo de la sabiduría de Dios. Consigue que
nuestros actos estén más cerca del amor del Padre y sirvan de alabanza a Dios
para aquellos que nos miran o aceptan nuestra misericordia. Obrar con sabiduría
es proyectar la voluntad de Dios en medio de nuestra vida, hacer que su plan
salvífico se cumpla y logremos hacer presente su Reino entre nosotros.
Servir
al Señor de corazón, sin reservas ni mediocridades
Y
Jesús en este evangelio de Marcos nos da algunas pautas para conseguir esa
sabiduría de Dios. Cuando unos fariseos y letrados, venidos de Jerusalén,
acusan a los discípulos de impureza por comer sin lavarse las manos, Jesús los
defiende. No es lo que viene de fuera lo que mancilla el alma, sino lo que sale
del corazón. Jesús vuelve a reivindicar el cumplimiento devoto y sincero de la
voluntad de Dios. El verdadero sentido de la ley y la palabra de Dios es lograr
la conversión de nuestros corazones hacia la misericordia y el amor. La ley de
Dios exige un comportamiento recto y justo, pero sobre todo, un corazón
dispuesto y generoso que irradie el amor de Dios y su justicia en todos
nuestros actos. Esa es la pureza que Dios nos pide. Y Jesús rechaza las obras
que embrutecen nuestra alma: “los malos propósitos, las fornicaciones, robos,
homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia,
difamación, orgullo, frivolidad… Todos esos pecados que pergeñan la historia de
la humanidad y nuestra propia historia. Hemos evolucionado poco en afianzar la
buena nueva del evangelio. Estamos más involucrados en las controversias y
argumentarios de este mundo que en buscar el sentido profundo de nuestra vida,
las relaciones definitivas que nos dirigen hacia la voluntad de Dios en nuestro
actuar. Somos cicateros en nuestra generosidad, tristes en nuestra
religiosidad, y olvidadizos con el compromiso de amor al prójimo. Dios es ese
otro que tiene necesidad, que está enfermo, que está afligido o triste,
que precisa acogida, que está sin patria ni pertenencias. La misericordia que Dios
nos pide supera el decálogo del cumplimiento de la Ley. “Si quieres ser
perfecto…., es la perspectiva de la sabiduría y la voluntad de Dios para cada
uno de nosotros.
Pidamos
a Dios que nos dé esa fuerza, y esa limpieza de espíritu para reflejar en
nuestros actos la presencia del Espíritu en nuestra vida.
D.
Oscar Salazar, O.P.
Fraternidad San Martín de Porres (Madrid)
Fraternidad San Martín de Porres (Madrid)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/7-2-2018/
No hay comentarios:
Publicar un comentario